Estos son los sacrificios que debes hacer, si quieres agradar a dios.

¿Cuál es el sacrificio que agrada a Dios?

Muchos piensan que para agradar a Dios y borrar sus culpas por el pecado es necesario hacer grandes sacrificios. Muchos deciden flagelarse de distintas formas, otros optan por cumplir penitencias difíciles. Mientras más difícil sea la penitencia o la forma de flagelarse, sienten que agradan más a Dios. Pero esto no es verdad.

La carta a los Hebreos trae claridad sobre este tema y no dice en realidad cuál es el sacrificio que agrada a Dios.

Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios. (Hebreos 13:15,16)

Entonces los sacrificios que agradan a Dios son, en primer lugar, son las alabanzas. Esto es el fruto de labios que profesan su amor al Señor por medio de los cánticos.

En segundo lugar,  confesar su nombre. Esto implica reconocer que Jesús es el Señor de tu vida, tu salvador. El verdadero creyente confiesa el nombre de Cristo y defiende la verdad del evangelio delante de los hombres, declarando que la salvación solo es por la fe, mediante el sacrificio del Hijo de Dios. Se opone a cosas que van en contra de lo establecido por el Creador, como el aborto, el homosexualismo, la eutanasia, y demás, sin importar que lo tachen de loco, de tonto o que lo persigan a muerte, como ocurre en India, África, China, Medio Oriente y en las naciones agobiadas por el socialismo marxista.

Por último, está hacer el bien y compartir con los otros. Eso se resume en amor fraternal. El amor, como lo conciben las escrituras, no es un sentimiento, es una decisión. Por eso la Biblia, con frecuencia, nos ordena amar. Debemos amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, al  hermano, al vecino, al amigo, incluso al enemigo, como a nosotros mismos. Esto implica orar por ellos para que sean salvos, para que el Señor los ayude en sus necesidades, prestarles ayuda en la medida de nuestras posibilidades, perdonar sus ofensas y no tomar venganza. 

Por tanto, mi estimado lector, no es necesario que usted se flagele o cumpla penitencias imposibles como un sacrificio para Dios, porque eso no le agrada. Si lo quiere agradar, haga lo que nos aconseja el pasaje citado de la carta a los Hebreos. Y si quiere limpiar sus pecados, sus faltas, solo ponga su fe en Jesucristo y confíe en que Él, con su muerte, limpió sus pecados pasados, presentes y futuros.

Recuerde “Por gracia sois salvos, por medio de la fe” (Efesios 2:8)

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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