La Conversión una tarea del día a día.

“No dudes nunca que Dios siempre nos espera, nunca es tarde para ir a su encuentro”

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Estamos viviendo con cierta intensidad la cuaresma, que no es más que un tiempo de reflexión, preparación, alistamiento a la semana más importante del año, y las escrituras nos van acercando poco a poco a una dura realidad, NO QUEREMOS CAMBIAR. Nos han dicho insistentemente la necesidad imprescindible de cambiar, de convertirnos, de dejar ser lo mismo, de tropezarnos una y otra vez con la misma piedra, ese es el propósito de este tiempo, ya la pascua tiene otros ingredientes y sobre eso escribiré en su momento. Por ahora quiero deleitarme en tratar de entender que es convertirse, que implica, que conlleva, como para que me sirve todo este cuento.

Convertirnos significa volver nuevamente hacia Dios y tomar la decisión firme de cambiar de vida. Es un cambio interior, una transformación profunda del corazón y de la mente; y entender que la finalidad es el cielo. Convertirse es reconocerme pecador y empezar una nueva vida. Convertirse es soñar con un mundo más justo, donde la prioridad sea Dios y él a través de los necesitados. ¿Cómo nos dice el Catecismo, “…la conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que “recibe en su propio seno a los pecadores “Y para llegar a este punto le cuento que el primer fruto de la conversión, es “La Confesión” -a propósito, ¿hace cuanto que no haces una buena confesión? – el signo que nos dejó Cristo para expresarnos su perdón cuando estamos arrepentidos es el Sacramento de la Reconciliación. En él, experimentamos la grandeza de un Dios misericordioso que, aunque lo hayamos ofendido, espera nuestra conversión para darnos su perdón. No dudes nunca que Dios siempre nos espera, nunca es tarde para ir a su encuentro, nunca es tarde para amar. Mientras más se ama más se perdona, Dios perdona todo, basta un corazón arrepentido, contrito, dolido y finalmente un propósito de no volver a caer en la ruina del pecado. Quisiera remitirme a una homilía del papa Benedicto XVI del 1 de marzo de 2006 “Cada día, pero especialmente en Cuaresma, el cristiano debe librar un combate, como el que Cristo libró en el desierto de Judá, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo, y luego en Getsemaní, cuando rechazó la última tentación, aceptando hasta el fondo la voluntad del Padre. Se trata de un combate espiritual, que se libra contra el pecado y, en último término, contra satanás. Es un combate que implica a toda la persona y exige una atenta y constante vigilancia. San Agustín afirma que quien quiere caminar en el amor de Dios y en su misericordia no puede contentarse con evitar los pecados graves y mortales, sino que hace la verdad reconociendo también los pecados que se consideran menos graves, y va a la luz realizando obras dignas. También los pecados menos graves, si nos descuidamos, proliferan y producen la muerte”.

Leo las conversiones de grandes personajes, una que me encanta leer es la de San Pablo, (Saulo de Tarso), el judío fariseo perseguidor de los cristianos, como el señor lo tumba del caballo y lo deja ciego por 3 días, me interpela porque muchos de nosotros, andamos en los caballos de la vanidad, de la soberbia, del orgullo, del pecado, y al final a las buenas o a las malas, mi Dios nos reclama, nos llama a gritos, no importa en la situación que estemos, pero el resultado,  lo que creo que motivó a la conversión de Pablo, fue la oración de Esteban, el testimonio de vida, que impactó a Pablo a convertirse, fue verlo morir en el martirio y casi sonriente, feliz, en paz, y aún más, perdonando a sus verdugos, quizás su ojos se cruzaron en algún momento final, y esa mirada y esa oración, penetraron su alma,  gracias a la oración de perdón de Esteban, la iglesia tiene a Pablo.

Pedro preguntó al señor cuántas veces había que perdonar, si hasta 7 veces, el señor responde. No, Pedro hasta 70 veces 7, a cosa seria y complicada, hagamos el ejercicio de tomar el teléfono y llamar a pedir perdón o quizás a perdonar a quien tanto daño nos ha hecho, esa es la tarea de la semana, quizás así de a poquitos empecemos a conquistar la tan anhelada paz para nuestros hogares y nuestro país.