¿El discurso de Hurtado puede ser violencia de género? lo personal es político.

Sin embargo, en boca de Hurtado, esta casa no es de todos, sino suya.
DAHIAN GARCIA COVALEDA Presidente Consejo Departamental de Juventudes. CDJ Tolima
En un país donde la política aún está profundamente marcada por el machismo, las palabras importan. Y no solo importan, construyen o destruyen. Por eso, resulta urgente detenernos a reflexionar sobre el reciente discurso del exalcalde de Ibagué, Andrés Hurtado, durante una integración política, y preguntarnos con seriedad: ¿puede ser considerado violencia género en la política?
La escena parece banal, casi de comedia doméstica: – un hombre político, en un evento informal, apela a la obediencia hacia un padre, supuestamente citando las Escrituras. Pero el mensaje no es ni espiritual ni anecdótico. Es un llamado a la obediencia de las mujeres que, en algún momento, lo reconocieron como su jefe político. – Entre líneas, parece exigir gratitud y sumisión. Cuando dice que deben ser más “amables y cariñosas” con él, lo que está haciendo es infantilizar la relación política, transformándola en una relación afectiva, privada, doméstica. Como si la política no fuera un espacio público, sino el comedor de su casa.
Pero no es solo eso. Esta figura masculina se autoproclama padre, e incluso hogar, de un grupo político. La metáfora del hogar no es inocente. En el lenguaje institucional, muchas veces se alude a la administración como “la casa”, lo que en sí mismo puede ser legítimo si se entiende como una metáfora de gestión pública. Sin embargo, en boca de Hurtado, esta casa no es de todos, sino suya. Es una casa que espera obediencia, no participación; cariño, no disenso.
¿Y qué implica esto para las mujeres que hacen parte de su círculo político? Que deben comportarse como hijas obedientes. Que no pueden tener autonomía, criterio propio ni mucho menos autoridad si se alejan del padre. Esta narrativa no solo es profundamente patriarcal, sino peligrosa, porque naturaliza relaciones de poder desiguales y las reviste de afecto para que parezcan inofensivas.
Lo dicho por Hurtado entra de lleno en lo que diversas autoras y organismos internacionales han descrito como violencia simbólica y política contra las mujeres. Según la académica Flavia Freidenberg, experta en género y política latinoamericana:
“La violencia política contra las mujeres no siempre es explícita ni física; muchas veces se expresa en la descalificación simbólica, la ridiculización o la negación del derecho a ejercer liderazgo autónomo”.
Esto es lo que ocurre cuando se le exige a una mujer que sea “cariñosa” en lugar de crítica, que sea leal a una figura masculina en lugar de leal a su comunidad. Cuando se utiliza el afecto como mecanismo de control político, estamos frente a una forma sutil pero efectiva de violencia.
Maurice Duverger, en su análisis sobre los partidos políticos, afirmaba que:
“Los partidos son organizaciones que se deben a sus miembros y a su comunidad, no a un líder que se comporta como propietario”.
Es decir, la política no es propiedad de nadie, ni debe construirse en torno a relaciones personales o familiares. Se construye en colectivo, con debate, con diferencias, con autonomía. Lo contrario es caudillismo emocional disfrazado de liderazgo.
¿Qué mensaje estamos normalizando?
Lo que debió ser un espacio para la integración política y el fortalecimiento democrático, terminó siendo un acto de reafirmación de poder patriarcal. Un líder que ya no ocupa un cargo público, pero que aún se siente con derecho de exigir sumisión a mujeres políticas, desconociendo su autonomía, trayectoria e inteligencia.
¿En qué momento nos pareció normal que una mujer en política deba ser “cariñosa” con su jefe político? ¿Por qué no hablamos de proyectos, de gestión, de comunidad, de rendición de cuentas? ¿Qué dice esto de nuestras estructuras de poder y del lugar que aún le asignamos a las mujeres?
Este no es un asunto de sensibilidad exagerada. Es un asunto de democracia.
DAHIAN GARCIA COVALEDA
Presidente
Consejo Departamental de Juventudes. CDJ Tolima