EL QUE ANDA EN CHISMES…

Descubrir lo secreto no es labor de un buen cristiano.

Eulalia era, quizás, la persona más aborrecida de su comunidad. Pero esto no siempre fue así. Tenía cerca de 20 años viviendo en aquel lugar. Llegó allí con su esposo, un comerciante de carros de segunda, y el amor de su vida. Durante sus primeros años Eulalia se ganó el aprecio de todos los vecinos.  Ella era cristiana, alegre, dadivosa, ayudaba a quien podía sin esperar nada a cambio.  Más los chismes de una mala vecina dañaron la relación con su esposo.  Poco después el hombre murió, y Eulalia se convirtió en la mujer que es hoy, una amargada, maliciosa y mal intencionada que a punta de chismes destruye honras y acaba matrimonios.

Todas las familias del barrio han sido afectadas, de una u otra manera, por la lengua viperina de esta mujer, que solo destila veneno desde la ventana de su casa, donde atisba todo el tiempo.  En su retorcida y enferma  mente piensa que es una buena creyente y que le hace un favor a cada matrimonio que destruye. Según ella, así libera a una buena mujer de un mal hombre.

—Es que él no era para ella, era un desgraciado. Si yo lo vi ahí todo coqueto con la otra, jumm, no mija ella tenía que saberlo y dejarlo, porque imagines…  —De esta manera se justifica por cada matrimonio que acaba descubriendo lo secreto, o sacando conjeturas, porque lo que ve no siempre es lo que parece.

Aunque Eulalia se cree una buena creyente, claramente está lejos de serlo. El chisme no debe habitar en medio del pueblo de Dios, por eso el proverbio dice: “El que anda en chismes descubre el secreto; más el de espíritu fiel lo guarda todo” (proverbios 11:13) El cristiano debe ser prudente, no chismoso, debe tener cuidado de lo que dice para no dañar al hermano por el cual Cristo murió. El creyente habla siempre con amor y si no tiene algo bueno para decir mejor calla.

Si alguien es testigo de una infidelidad, o de algún acto indebido que ha hecho algún hermano, la prudencia manda que debe confrontarlo con las escrituras y hacerle entrar en razón para que se arrepienta, en lugar de difundir el chisme y acabar con una familia o destruir al hermano.

Mi estimado lector ponga en práctica el proverbio, si Cristo murió por usted, sea prudente y no ande por el mundo descubriendo y regando chismes.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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