Francia Márquez: se tenía que decir y se dijo.

Somos un país que debe tomarse el tiempo para hacer lectura y no moverse con las emociones”.


Esta semana se conoció una entrevista que le hizo la revista semana a Francia Márquez y los comentarios no se hicieron esperar. Sin embargo, aunque para muchos es difícil entender el concepto de “vivir sabroso”, más aún alardean de sus grandes capacidades como analistas políticos, psicológicos, sociológicos y económicos, por lo que es claro hacerles algunas precisiones. Es que la ignorancia es un poco atrevida.

¡Va! Es cierto que el discurso corporal y político que ofreció Francia a Vicky Dávila no fue el mejor, pero ¿por qué no fue el mejor? Algunas consideraciones importantes antes de empezar: somos un país altamente clasista, supremamente aporófobo, al que le enseñaron a poner la otra mejilla porque eso es ser humilde, racista – y con otras fobias, o tal vez negaciones, como la homofobia – con capacidad para la envidia y que además se ufana de que el vivo del bobo. En términos generales somos una sociedad hipócrita.

Ustedes me lo pueden negar a mí, pero no a ustedes mismos que lo que digo es cierto. En términos culturales, aunque muy megadiversos, nuestra cultura está sostenida con babas: las de la avaricia, las de la arrogancia. Cuando Francisco Santos, Angelino Garzón, Germán Vargas Lleras y Óscar Naranjo fueron vicepresidentes, la horda bienpensante, con altísimos valores cristianos y paladines de la moral no arremetían tanto contra ellos. Yo tengo una serie de hipótesis: es porque eran hombres, porque eran blancos, porque han tenido o estado en la élite o simplemente porque ustedes ni saben de política, ni saben de gobierno, ni creo tampoco sepan qué hace un vicepresidente. Aunque les abono algo: las redes sociales no eran tan fuertes en aquellos años como para tener “libre expresión” o ustedes tampoco las sabían usar.

Una situación más bochornosa y a la que estamos acostumbrados a ver en Colombia es la comparación. Cuando una persona asciende en el trabajo, cuando se compra un vestido nuevo, le son infieles, tienen mejor carro, casa o empleo, compararnos es la respuesta más fácil. Somos envidiosos por naturaleza quiero creer yo, porque me niego a convencerme que es un asunto cultural. Aunque sinceramente no sé qué es peor. Cuando Francia dio la entrevista, las comparaciones con Martha Lucía Ramírez no solo eran sacadas de contexto, sino además cargadas de falacias argumentativas sobre lo que es “ser una mujer”, “ser una vicepresidenta”, “ser una mandataria”.

A ustedes les enseñaron que los políticos son diplomáticos, pero ¿ustedes saben acaso qué es la diplomacia? Vamos todos a abrir un diccionario y hacer el ejercicio de entender los conceptos que creemos sabemos: “vicepresidente”, “gobierno”, “política”, “racismo”, “diplomacia”, “arrogancia” o “vivir sabroso”. Porque me parece que ustedes quieren hacer análisis de cosas que no conocen y además son tan perezosos como para estudiar por su propia cuenta o detenerse a leer a quienes han estudiado el tema. Claro, existen en todos los casos sesgos, eso es seguro, pero cuando lea, escuche o vea algo pregúntese lo siguiente: ¿por qué estoy a favor en contra? ¿dónde aprendí a estarlo? ¿quién me lo enseñó y por qué? ¿qué gano con eso? ¿necesito saber más del tema? ¿es necesario discutirlo con alguien más? ¿por qué creo que sé lo que sé? ¿qué necesito más preguntarme? ¿me estoy dejando llevar por mis emociones o por la razón? Tal vez les ayude a sus análisis.

También considero que la actitud de Francia Márquez en la entrevista estuvo mal, pero no per se. Es decir, estuvo mal porque el gobierno (o los asesores) no sabe leer el contexto a lo que se enfrenta: una sociedad altamente polarizada, con problemáticas sociales incrustadas en los sentimientos y emociones nacionales y que, además, tiene poca o nada fe en las instituciones gubernamentales. También estuvo mal, porque para transmitir un mensaje es necesario hablar en los términos de su oponente. Aunque a muchos les suene muy tibio, tengo razón, o sino vean las reacciones que ha suscitado la entrevista.

Vivir sabroso no fue lo que nos prometieron. Quiero decir, que hay un sector de la sociedad que opina que “vivir sabroso” es un concepto de asistencia social del Estado. Es, como ya muchas veces las comunidades afros lo han mencionado, el hecho de vivir en paz. Cosa que Francia no ha podido. ¿Ustedes sí vieron el atentado de hace poco contra su caravana? No faltó el que dijo que la vicepresidenta debe estar en su residencia oficial, que para eso se la pagamos, pero como le escuché a un político por ahí: gobernar se hace desde el territorio, no desde un escritorio. Piensen en eso, capaz les ayude a buscar otro argumento para atacarla, pero por favor no más con la discriminación positiva de que se victimiza, de que acusa de racismo, porque le siguen dando la razón. Sí, a Francia también le falta asesores para que se vea como el personaje que vendieron de ella, en campaña y antes de ser vicepresidente: como una dirigente política, como un instrumento del gobierno, como una cara a quién seguir o a quién atacar.

Hay un dicho que reza: al que le caiga el guante que se lo achante. No creo que todos los colombianos sean iguales, ni por su ideología política, ni por su clase social, ni por sus títulos o destrezas. Creo que somos moldeables, demasiado volátiles y muy poco críticos. Francia simplemente dijo algo que se tenía que decir y se dijo, que es la vicepresidenta y que el Estado debe garantizarle su seguridad, que seguirá trabajando y moviéndose por lo que prometió.

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