Hay un corazón que late.

Hay un corazón que late, que palpita en el Sagrario, el corazón solitario, que se alimenta de amor. Es un corazón paciente, es un corazón amigo, el que habita en el olvido, el corazón de tu Dios”

Por José Álvaro Cardozo Salas.

Hace como dos semanas ocurrió aquí en Bogotá una manifestación eucarística en la parroquia de San Joaquín el padre levantaba la custodia para su adoración, la jornada se realizaba por la intención de Venezuela y Colombia, me conmovió ver al padre Zuluaga Sacerdote Agustino quien no lo podía creer, de emoción lloraba al ver en sus manos el latir de la eucaristía como un corazón. Recordé la canción que llama “Hay un corazón que late”, cuya letra dice: Hay un corazón que late, que palpita en el Sagrario, El corazón solitario, que se alimenta de amor. Es un corazón paciente, es un corazón amigo, el que habita en el olvido, el corazón de tu Dios. Es un corazón que espera, un corazón que perdona, que te conoce y que toma, de tu vida lo peor. Que comenzó esta tarea una tarde en el Calvario, y que ahora desde el Sagrario tan sólo quiere tu amor. Decidles a todos que vengan a la fuente de la vida. Que hay una historia escondida dentro de este corazón. Decidles que hay esperanza, que todo tiene un sentido. Que Jesucristo está vivo, decidles que existe Dios. Es el corazón que llora en la casa de Betania. El corazón que acompaña a los dos de Emaús. Es el corazón que al joven rico amó con la mirada. El que a Pedro perdonaba Después de la negación. Es el corazón en lucha del huerto de los Olivos, Que amando a sus enemigos hizo creer al ladrón. Es el corazón que salva por su Fe a quien se le acerca. Que mostró su herida abierta al apóstol que dudó. Decidles a todos que vengan a la fuente de la vida. Que hay una historia escondida dentro de este corazón. Decidles que hay esperanza, que todo tiene un sentido. Que Jesucristo está vivo, Decidles que existe Dios. Que Jesucristo está vivo, Decidles que existe Dios”.

Leyendo las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, van a abrir una nueva etapa en la oración de las almas contemplativas. El fin de la contemplación ya no será únicamente la búsqueda sólo de Dios, sino la tendencia a identificarse y asimilarse a la vida del Corazón de Jesús, Redentor del mundo. Esto supone, además, un acento Cristo céntrico sobre la vida contemplativa, en la que Jesús comunicará sus inquietudes y sufrimientos, asociándola a su trabajo redentor. sobre la devoción de sagrado corazón de Jesús y toda la promesa que cubre esta revelación ha hecho unas grandes conversiones por solo consagrarnos los primeros viernes de mes, tanto que nuestra señora en 1830 pide a Catalina de Laboure que acuñe al respaldo de la medalla milagrosa los dos corazones, el de su hijo coronado de espinas con una llama que no se apaga, que no se consume, y su inmaculado corazón del cual en Fátima Portugal, ha prometido el triunfo de su inmaculado corazón, que a diario espero, que tengo la certeza absoluta de su triunfo, en todos los rincones del mundo. El corazón de Jesús es signo palpable no solo de su amor, de nuestra conversión y de la gracia derramada en borbotones a toda la humanidad, que necios hemos sido y no acudir prontamente y reclamar estas promesas que están mas vigentes ahora que nunca.

Pero el verdadero latir del corazón de Jesús es la eucaristía, En la eucaristía Dios Todopoderoso se hace tan pequeño, tan pobre bajo la apariencia del pan. La singularidad de la adoración eucarística con respecto a todas las otras formas de oración y de devoción, es que por la presencia sacramental de Jesús-Hostia, Dios toma la iniciativa de encontrarse con nosotros. Esta actitud de adoración es bien natural al hombre cuando se encuentra ante algo o alguien que lo sobrepasa. La adoración debe expresarse con todo nuestro ser y entonces igualmente comprometer nuestro cuerpo. El hombre ha sido creado para adorar, para inclinarse profundamente ante aquel que nos hizo y que nos sobrepasa.

Recostar nuestra cabeza en el corazón de Cristo, es sentir el latido de su corazón, que nos anima y da vida, debemos ir los cansados y agobiados para sentir su alivio, para encontrar consuelo en su amadísimo corazón, refugiarnos en los sagrarios, en el pan de vida, sentirnos amados, mimados, contemplados, díganme si no hay algo mas bello que sentir su cercanía, a pesar de las dificultades propias de la vida, siempre está ahí para nosotros, nunca nos abandona, por eso cuando le miro siento que hay un corazón que late, que está más vivo y real que nunca, así que les animo a visitarle, a comerlo, a irradiarlo y ser fieles testigos y soldados dispuestos a ofrendar lo mejor de nosotros por él y por los demás.