Mis últimas vacaciones.

“No te dejes robar la paz y la tranquilidad, pide al niño de Belén te conceda el favor de cumplir con tus propósitos en torno a la voluntad de Dios”.

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Por estos días pude ver la película llamada “Mis últimas vacaciones”, cuenta la historia de una joven mujer que va al médico por unos dolores de cabeza, el médico le ordena un TAC cerebral donde descubren una terrible enfermedad terminal, y que le quedan tan solo 3 meses de vida, el examen lo repiten de nuevo arrojando el mismo resultado, la noticia fue dada a esta mujer,  que con mucha angustia la asume y decide escribir su voluntad en una carpeta que llama “Mis propósitos” y se da a la tarea de cumplirlos por el corto tiempo de vida que le queda. El primero de sus propósitos era casarse con un compañero de trabajo que ama, pero lo ve muy remoto, el segundo es hacer un viaje a los Alpes Suizos, hospedarse en el mejor hotel, comer de los manjares que ofrecen allí, esquiar en la nieve, y al final su gran sueño de poner un restaurante diferenciado con platos únicos. Para este efecto reunió sus ahorros, pidió su bono pensional, renuncio a su trabajo y emprendió su viaje a cumplir su sueño. Al final la clínica descubre que el equipo donde se hacen los TAC esta dañado y todo ha sido un penoso error, la noticia le fue anunciada en Suiza a través de un Fax y ella recibe la noticia con una gran alegría y con el 80 % de sus propósitos cumplidos.

Como la historia de esta joven de la película no debemos dejar nuestros propósitos o planes para el final de nuestra existencia, ahora que es tiempo de navidad y al contemplar el pesebre veo al evangelio vivo, en cada figura que representa aquella noche fría de Belén donde nos vino la salvación, ver el evangelio es entender que Dios no solo se hizo hombre, también se hizo pan, pan de vida. Es pobre en las cosas, pero rico en amor. Hoy que reflexiono en lo que se ha convertido la navidad cuando el protagonista es el niño del pesebre, lo hemos cambiado por un hombre venido del polo norte en un trineo cargado de regalos, cuesta comprender como tiene más peso una bolsa de regalos; que el niño acostado en la cuna improvisada con pajas en la cueva. Y no es que este mal dar regalos, es una manera tradicional de celebrar estas fiestas, pero hoy te invito a que hagamos una lista de propósitos y al menos cumplir o tratar de hacer uno.

Dar un abrazo a un desconocido, compartir una rica cena navideña con un indigente, depurar el armario donde tenemos tanta ropa que hace muchos meses no nos ponemos, algunas de estas prendas incluso con la etiqueta de nuevo, visitar a un enfermo, devolverle la esperanza a uno que ha perdido las ganas de vivir, llamar a la persona que me ha costado perdonar y ofrecerle de nuevo mi a mistad y cariño, son algunas de las cosas que sugiero para cumplir al menos uno de los propósitos. En un mundo lleno de desesperanza, de angustia, desasosiego, Dios se hace pequeño tan frágil como un niño, para llamar nuestra atención, y entender que solo a través del amor podemos parecernos a él, solo en el amor podemos entender la dimensión de su amistad, que se hace realidad en cada acontecimiento de nuestra vida. Parece raro pero cada vez que yo hago una buena obra el primer beneficiado soy yo. Ahora entiendo a mi abuela Roquelia y el esfuerzo por hacer los pesebres juntando mesas largas, y colocando todas la imágenes que su tierna imaginación podía distribuir a lo largo y ancho de esas mesas, al final la cueva de Belén que adornaba personalmente con gran delicadeza, cuanto significado trae un pesebre, ojala que en cada uno de nuestros corazones alberguemos uno, por la humildad, la pobreza, la sencillez, pero al mismo tiempo la grandeza de saber que Dios no solo se hizo como uno de nosotros, sino que escogió el camino empedrado, el largo, el difícil y a la vez inexplicable para un rey, así es Dios, que ha querido revelarse a humildes pastores y animales domésticos comunes en un pesebre.

Yo les propongo al menos un propósito para esta navidad, el mío será reconciliarme con la vida, pedir la esperanza de un mundo mejor, llevarle la sonrisa a mis nietos y sentarme con ellos frente a la realidad del pesebre de hoy, al final en sus manos estará el futuro de esta generación, y es necesario ahora fijarnos en ellos, nosotros ya vamos de regreso a la Jerusalén celestial, y ellos quedaran aquí viviendo en este mundo con todos sus afanes y realidades.

No te dejes robar la paz y la tranquilidad, pide al niño de Belén te conceda el favor de cumplir con tus propósitos en torno a la voluntad de Dios, que nos es más que ser sus hijos, e irradiar el evangelio con nuestro testimonio por donde vayamos.