No hay derecho a ser tan malos.

“Ni sueñen que voy a matar a mi hijo”
Por. José Álvaro Cardozo Salas.
Hago un profundo esfuerzo por escribir esta columna, y creo que cuando termines de leerla tendrás el mismo sentimiento mío, les confieso que es la más dura, además desconcertante. Y empezaré con la primera historia, dejo la última como la más impactante, con el único objetivo, que pienses en silencio, reflexiones a la luz de la verdad y de la vida.
La primera historia data del año 2006 cuando despenalizaron el aborto en Colombia bajo tres consideraciones, violación a la mujer, mal formación del feto, y riesgo de muerte de la madre. Fallo reafirmado en el 21 de febrero del año 2022 donde permitieron abortar hasta la semana 24 de gestación.
En Cali en el hospital departamental Evaristo García llevaron a realizar el primer aborto legal a una mujer indígena Páez del Cauca llamada Yolanda Molcué, la causa estaba sustentada en un problema de ella en la medula espinal que no “Fabricaba” los suficientes glóbulos rojos para ella y la creatura que llevaba en el vientre, so pena de la muerte del feto y de su madre, la prensa estaba alborotada cubriendo el gran acontecimiento. Yolanda fue llevada al quirófano engañada diciéndole que no era un bebe sino un puñado de células, el abortista (llamase así al médico que practica abortos) quiso asegurarse de la ubicación del zigoto dentro del útero, pero al pasar el ecógrafo sobre el útero, se escuchó algo particular, era el latido del corazón del feto, Yolanda le pregunto al abortista que era ese ruido, a lo cual responde, “es el corazón de tu hijo” Como así es que ya tiene corazón? pregunta Yolanda, claro que sí, de inmediato se puso de pie y salió huyendo de la sala de procedimientos, “Ni sueñen que voy a matar a mi hijo” y ahí ese día una humilde mujer Páez decidido tomar el riesgo de perder su hijo y su vida. El hijo de Yolanda nació sano y fuerte hoy tiene 23 años. Gracias a esta valerosa mujer que respeto la vida de su hijo, se salvó esta vida.
La segunda historia ocurrió en una parroquia de Bogotá, en el cesto donde dejan los mercados, ahí mismo a pocos metros del sagrario, abandonaron un feto abortado de 5 meses de gestación, un domingo durante la misa, al día siguiente que se recogen los mercados para los pobres, un olor particular llamo la atención del sacristán, quien mirando la bolsa pudo identificar el cadáver de este niño.
A que mente perversamente criminal se le ocurre hacer esto tan dolorosamente loco, a donde hemos llegado, duele ver esto, o los niños recién nacidos dejados en la calle o canecas de basura, uno piensa que esto ocurre en otras ciudades, o países, pero este extremo de maldad supera los límites del desprecio por la vida y más cuando las que lideran estos movimientos en defensa de la libertad del cuerpo son las propias mujeres, con frases como “Es mi cuerpo, es mi decisión” se escudan para de alguna forma legalizar la muerte. También algunos legisladores han llamado a la justificación como un tema de salud pública.
El tercer caso y el causante de este desconsuelo que llevo desde el pasado domingo, es este; en una ciudad de Colombia un médico le diagnóstico a una mujer embarazada después de tomar exámenes pertinentes una mal formación genética del feto, en la semana 14, imagino que repitieron varias veces algunas pruebas, y después de solicitar los permisos que la ley exige se autorizó el aborto. ¡Oh¡ sorpresa la niña ya con 20 semanas de gestación estaba completamente sana, incluso respiraba, y la mataron. Me permito publicar la foto del bebe, para que miren la crueldad de esta humanidad. No voy a juzgar a nadie (¿quién soy yo para hacerlo?) pero esto raya con el accionar del innombrable por acabar todo lo que se llama vida. No puede ser que nos convirtamos en seres tan despreciables de acabar con un ser indefenso en el vientre de la mama ¿Qué nos pasa? No he dejado de pensar en su mama que me cuentan que no quiso ver a su hija, y que la doctora abortista lloraba también.
De las vidas de conversiones que más me impacta es la del Dr. Bernard Nathanson, quien promovió las leyes abortistas en los estados unidos, luego se convertiría y se volvió provida, confesó haber hecho más de 25000 abortos y patrocinar con sus colegas muchísimos más, el lideró e impulsó la propia y muy rentable industria de la muerte, si quieren ver la película que hizo sobre los años 70 búsquenla se llama “El grito silencioso”.
Varias mujeres se han hecho santas por no abortar a sus hijos, con diagnósticos de cáncer, sabiendo que si hacen quimios puede morir o hacer daños irreparables a sus hijos, como Gianna Beretta Molla, y otras como Irena Sendler quien, salvo miles de niños en el holocausto Nazi, Teresa de Calcuta con los niños abandonados en la India y así muchísimas más.
Que desprecio por la vida y lo peor, que poco o nada hacemos por defenderlos, que Dios nos perdone.