Por qué la comida sabe mejor el día después de haberse cocinado

Este fenómeno tiene una explicación científica, respaldada en la potencialización del sabor.

Alguna vez se ha preguntado, ¿por qué un guiso, una lasaña o un arroz con pollo saben mejor al día siguiente de cocinarse? La respuesta no es solo percepción: la ciencia tiene mucho que ver con los sabores que se intensifican, se mezclan y evolucionan con el tiempo.

Cuando un alimento se deja en reposo, los ingredientes se mezclan a nivel molecular. Durante ese proceso, si bien los colores se ven más opacos, y la humedad y los líquidos disminuyen, el sabor es mejor. 

Lo anterior ocurre porque los condimentos, especias y caldos penetran mejor en los sólidos (carnes, vegetales, pastas). Además, se genera una mayor homogeneidad de sabor, ya que esas notas separadas, se fusionan en una mezcla más profunda y compleja.

Este fenómeno también responde a que cuando la comida se deja para el día siguiente, empieza a perder agua al evaporarse y al recalentarse se pierde incluso más, lo que da pie a que el sabor se concentre aún más.  

De la misma manera, la textura de los alimentos suele volverse más uniforme y suave. Incluso, el recalentamiento, puede llevar a que se activen nuevos matices de sabor. 

Ahora bien, hay que tener en cuenta que esto ocurre con más frecuencia con algunos platillos, como guisos, estofados, sopas, lasaña, lentejas, curry y alimentos con salsas espesas. Por ejemplo, en el caso de las papas y carnes, el tiempo de reposo puede potenciar la textura y hacer más persistente el gusto.

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Recuerde, además, que para lograr ese efecto es necesario conservar los alimentos adecuadamente y con una buena temperatura.