“Que terminal tan fea, ma”

Óptica periodística

Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

De pura casualidad y de esas intromisiones de escucha que se hace de las conversaciones de otros mientras se está haciendo fila, mi hija escuchó una conversación entre madre e hija, quienes igual que ella, estaban esperando para ser atendidas en una de las ventanillas de las empresas de transporte intermunicipal.

En resumen, el punto de la charla era lo fea de la Terminal de Transporte de Ibagué. Que ni la de Pereira, Armenia, Manizales, Neiva, Bogotá u otras ciudades se tenían ese nivel de incomodidad, desorden, afeamiento o calor, a más de estar ubicado en un lugar “tan charro, peligroso y poco estético” como el del urbanismo que la rodea.

Como todos, o bueno, algunos ibaguereños de los que amamos este hermoso pedacito de ocobos, gualandayes, días calurosos, cielo roto y fresco en las noches, tenemos algo alborotada la defensa del territorio por las desobligantes palabras de un streamer, que nos llamó hueco en uno de sus programas, (westcol o algo así creo que se hace denominar y ahora pidió protección que dizque porque está amenazado) pensé en ir a hacer un observación respetuosa a la damas por sus palabras sobre mi amada ciudad.

Pero la verdad, como he estado regularmente llevado a mi hija a la Terminal, además yo mismo lo utilicé en días pasados y tuve que hacer el recorrido de salida que hacen los automotores del transporte público cuyas empresas tienen oficinas en esa edificación, me percaté de que las señoras tenían toda la razón. La Terminal de Transporte de Ibagué es fea, oscura, lúgubre, sus aditamentos, mueblería, espacios comerciales ya lucen vetustos, desgastados y desvencijados en su gran mayoría. Es un lugar mal tenido. Le falta iluminación, modernidad, espacios renovados, reclama amplitud. Se nota la michicatería de sus empresas asociadas y los dueños del mismo. El aseo deja mucho que desear, lo mismo que su señalética, puntos de información y demás. No hablemos de sus baños públicos que casi siempre expelen malos olores y sus baterías sanitarias no son las mejores.

Y para colmo, pues nadie puede salir con tranquilidad a sus alrededores a darse una vuelta, pasar el tiempo o un corto paseo si debe esperar, se retrasó el bus o llegó demasiado temprano allí, porque los alrededores invitan a todo menos a salir. Hacia ningún lado agrada ni da gusto. Nada hacia el comando de la Policía de Ibagué, menos en dirección a la vuelta del chivo, la carrera primera o la calle 19 con los talleres y sitios de venta de repuestos. Tampoco de cómo hacer una buena foto de la locomotora o de la torre de la bandera cercana. La pequeña plazoleta anexa al terminal luce descuidada, sin un uso cultural y comercial adecuado, sin la vigilancia y el cuidado respectivo para que se convirtiera en un sitio de encuentro para viajeros, de compartir, de tomar algo mientras se viaja.

La terminal de transporte es la primera cara de la ciudad cuando los visitantes tocan suelo ibaguereño o el último lugar para llevarse gratos o agradables recuerdos de su paso o estancia aquí. Necesita una remodelación estética y de servicios de forma urgente o que se construya rápidamente la nueva y se vaya de ese lugar, esa es una verdad de a puño y la capital tolimense lo requiere. Pero igual, para no contribuir más a esa mala impresión, las vías a su alrededor deberían estar en perfecto estado o aunque sea reparcheadas o sin huecos. La calle 25 es una verdadera vergüenza y es por ahí que van en busca de la doble calzada todos los buses, busetas, colectivos y demás que salen de la Terminal. Lo mismo se necesita un arreglo sobre las calles del barrio Las Ferias.

No era más, solo para decir que así como nos puede hervir un poco la sangre porque nos descalifiquen genéricamente la ciudad, también debemos reconocer que algunas observaciones sobre el mal estado en que está y cómo la tienen estás administraciones locales, deben aceptarse.