Una Teología que cansa.

“Solo queda pedirle a nuestro señor nos conserve en su  amor y que su misericordia nos alcance a todos”.

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

El fraile Clodovis Boff escribió una carta abierta a los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), que se reunieron en asamblea, preguntando: “¿Qué buena nueva leí ahí? Perdónenme la franqueza: Ninguna. Ustedes, obispos del Celam, repiten siempre la misma cantaleta: social, social y social. Y eso desde hace más de cincuenta años”. “Queridos hermanos mayores, ¿no ven que esa música ya cansó?”, preguntó el fraile de la Orden de los Siervos de María, en reacción al documento final de la 40ª Asamblea General Ordinaria del Celam, celebrada del 26 al 30 de mayo en la Arquidiócesis de Río de Janeiro (Brasil).

“¿Cuándo nos darán buenas nuevas de Dios, de Cristo y de su Espíritu? ¿De la Gracia y de la Salvación? ¿De la Conversión del corazón y de la Meditación de la Palabra? ¿De la Oración y de la Adoración, de la Piedad hacia la Madre del Señor y de otros temas semejantes? En fin, ¿cuándo nos enviarán un mensaje verdaderamente religioso, espiritual?”

Clodovis Boff fue, junto a su hermano Leonardo Boff, uno de los pensadores más importantes de la Teología de la Liberación. Sin embargo, en 2007 publicó en la edición 68 de la Revista Eclesiástica Brasileña el artículo Teología de la Liberación y Vuelta al Fundamento. Allí decía que “el error de la teología de la liberación realmente existente fue haber puesto a los pobres en el lugar de Cristo, haciéndolos un fetiche y rebajando a Cristo a mero coadyuvante; cuando Cristo hizo lo contrario: se puso en el lugar de los pobres, para hacerlos partícipes de su dignidad divina”.

Boff escribe en su carta que, al leer el documento de la asamblea del Celam, le vino a la “mente la palabra de Cristo: Los hijos piden pan y ustedes les dan una piedra (Mt 7,9)”.

Para Boff, “el propio mundo secular está harto de secularidad y parte en busca de espiritualidad”, pero los obispos del Celam “siguen ofreciéndoles lo social y aún lo social; de lo espiritual, casi sólo migajas”. Y es lo que hemos venido escribiendo durante estos dos años, la necesidad de encontrar el verdadero sentido de ser cristianos, en la oración, en la adoración, hemos visto que se ha des configurado el propósito de la oración, que no es más que acercarnos a un Dios humanado, que se hizo como nosotros y que nos trazó el camino, a través de la oración, la caridad y el amor. “Las almas piden lo sobrenatural, y ustedes insisten en darles lo natural. Esa paradoja se nota incluso en las parroquias: mientras los laicos se complacen en mostrar señales de su identidad católica (cruces, medallas, velos, blusas con estampas religiosas), sacerdotes y religiosas van en sentido contrario y aparecen sin ningún signo distintivo”. Después del concilio vaticano II la estampida de renuncias a los distintos ministerios dejo evidenciar una grave crisis dentro de la iglesia, basta ver los seminarios vacíos y las casa de formación de religiosos, fundiéndose entre sí para no desaparecer. Si bien es cierto que hay fogonazos en algunas partes del mundo donde asoman nuevos fieles que se acercan a recibir los sacramentos, dentro de la iglesia, hay cosas que carcomen que no los deja avanzar, como aquel famoso libro del demonio del medio día que padecen en algún momento los consagrados.

El cuestionamiento es válido para todos, los laicos hacemos una parte, pero sabemos que los que deben de coadyuvar ese trabajo son los consagrados, el clero, los obispos, pareciera que están en otra dimensión, nos toca seguir orando, “Somos conscientes de los desafíos actuales que nos afectan como región latinoamericana y caribeña: la persistencia de la pobreza y desigualdad creciente, la violencia impune, la corrupción, el narcotráfico, la migración forzada, el debilitamiento de la democracia, el clamor de la tierra, la secularización, entre los más comunes”, expreso el Celam.

En estos momentos de crisis mundial, de guerras y hambrunas, solo queda pedirle a nuestro señor nos conserve en su  amor y que su misericordia nos alcance a todos nos toca pelar más rodilla como dicen por ahí, más horas frente a la hostia blanca, más rosarios y sobre todo más silencio para escuchar la voz de Dios.