BENDITA CRISIS

Gracias a Dios por las aflicciones.

Ewduard Andres Diaz Reina

Las crisis son oportunidades, dice la teoría y algunos gurús de emprendimiento. Pero para los hijos de Dios las crisis son una bendición.

Hablo desde la lotería y la experiencia. Ver las crisis como una bendición mientras atravesamos por ellas no es fácil.  Debo admitir que en situaciones de crisis, de dolor y de intensa aflicción podemos llegar a pensar que Dios se olvidó de nosotros. Pero eso no es cierto, al menos no para los hijos de Dios. 

Los momentos críticos son instrumentos en las manos de Dios para el bienestar de su pueblo. Mientras escribo estas líneas, viene a mi memoria la cautividad del pueblo de Israel en manos de los Asirios y los Babilonios, periodos en los que fueron afligidos y esclavizados por dichos pueblos que Dios usó como instrumento de su ira para castigar a los judíos por su pecado.

-Espere un momento, ¿no se supone que la crisis es una bendición?- Ten paciencia, mi estimado lector a ese punto llegaré. Pero déjame continuar diciendo que la cautividad asiria y babilónica la usó Dios para remover de su pueblo las impurezas. Los malos fueron castigados por su pecado. Pero quienes permanecieron fieles fueron fortalecidos en su fe. Así pasa siempre con los hijos de Dios.

 La aflicción tiene como uno de sus propósitos fortalecer la fe. El apóstol Pedro lo explica de la siguiente manera:

 Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo (Pedro 1:6-7)

De manera milagrosa, todos los males que afrontamos los creyentes a lo largo de nuestra vida llevan a que nuestro corazón se enamore más de Dios y produzca de nuestro interior alabanzas, gloria y ahora para el creador. Esa ha sido mi experiencia y la de todos los creyentes a lo largo de la historia.

Nuestras fricciones nos doblegan ante el creador, lo cual es un verdadero milagro.

De esta forma se confirma lo dicho por el apóstol Pablo en la carta a los Romanos, Capítulo 8, versículo 28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Por tanto, las crisis son una bendición que ayuda al mayor bien de todos: fortalecer y acrecentar nuestra fe.

Otro propósito de las dificultades es corregirnos. Somos imperfectos y pecadores. Dios, con amor y paciencia, nos corrige con las aflicciones para perfeccionarnos, limpiar nuestras impurezas y transformarnos en un pueblo que viva, piense y actúe conforme a su voluntad.

Por último, las aflicciones confirman nuestra elección como hijos de Dios. Porque Dios “al que ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12: 6-7). De lo contrario, seríamos impíos que no heredarán la vida eterna, pues esta está reservada solo para los hijos, también llamados creyentes.

En conclusión, mi estimado lector, si usted pasa por una crisis, y es un hijo de Dios, alégrese, porque esta situación fortalecerá su fe, corregirá las imperfecciones que aún hay en usted, y acrecentará su amor por Él. Por el contrario, si usted aún no se ha reconciliado con Dios y permanece en la incredulidad, arrepiéntase o la mano del creador lo destruirá.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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