Cuidado con los dichos de tu boca

La perversidad de tus labios te condena

Las palabras son expresiones audibles de aquello que se alberga en el corazón del hombre. Por lo cual, si quieres saber lo que una persona guarda en su corazón, solo escucha atentamente como habla. Así el creyente habla palabras vivas, más no ocurre igual con el incrédulo.

Los labios del impío están cargados de banalidades. Cosas que no edifican. Palabras peligrosas para ellos y para quienes los escuchan. No dan luz. No instruyen en sabiduría celestial. Solo hablan truhanerías y palabras necias. Cosas que contribuyen más a su perdición y a la de aquellos que los siguen.

Sobre estas personas advirtieron los padres proverbiales a sus hijos diciendo: “El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; más el justo saldrá de la tribulación”(Proverbios 12:13).

La boca del impío lo hunde más en su condena. Sus dichos son perversidades que exponen su pecado, su maldad, e incrementan su culpa delante de Dios. Más las palabras del justo, de aquel que ha puesto toda su fe y confianza en Cristo, son como un bálsamo, una bendición, una fuente de la que brotan ríos de agua viva que bendicen a todo el que lo rodea, por cuanto declara las verdades del evangelio. Ellos hablan de la abundancia de su corazón.

Por causa de su fe, y por obra de Cristo, como lo declara el texto, los creyentes “saldrán de la tribulación”. Significa que estas personas no tendrán aprietos, conflictos, o apuros. Con tan solo hacer una revisión de las vidas de grandes hombres de fe en las escrituras nos damos cuenta de que vivieron muchas dificultades, pero de todas ellas los sacó Dios. De esto habla el texto. Dios saca a todos los creyentes de sus tribulaciones, en especial de la tribulación del alma en el infierno, la cual, por causa de la fe en Jesús, jamás vivirán.

Más el impío será cercenado. Por su propia maldad será condenado.

Mi estimado lector, ¿es usted de los necios que habla banalidades, o de los justos a los que Dios sacará de la tribulación?

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