El humo poderoso de una imagen

Óptica periodística

Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-

Luc Dupont, escritor y profesor de publicidad de la Universidad Laval, siempre daba herramientas y técnicas útiles y prácticas sobre anuncios y cómo anunciar, refería que se ha dado una acelerada inclinación hacia la comunicación a través de las imágenes, situación que permite que se tenga un amplio espectro de posibilidades, con el cual usted puede o no transmitir algo o simplemente poner a pensar a los demás en eso que quiso transmitir, sin ser ello del todo cierto.

Lo recordé mientras me carcajeaba en estos días pasados, al reflexionar sobre el poder de la imagen de una simple fotografía y de cómo solo una, logra activar toda esa suerte de imaginaciòn-especulaciòn en nuestra sociedad sobre un hecho o acontecimiento, dado los niveles de desinformaciòn-desconexiòn existentes.

Cuando se ha hecho investigación social se pueden mirar los resultados de la misma de muchas maneras, pero siempre soportados con los datos y con aquello que fue saliendo en cada una de las etapas del método aplicado. Por eso, sobre este tipo de situaciones y las conjeturas, casi siempre falaces y ligeras, que una imagen puede suscitar, dialogué con mi maestro del Centro de Prospectiva y Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Externado de Colombia, con un compañero del Centro de Pensamiento Libre de Colombia y con una amiga docente-investigadora de la UPTC y la ESAP de Tunja, contándoles entre risas los pormenores, los detalles, los consecuentes y los antecedentes de una foto.

Sin lugar a equívocos, dada sus experiencias de estudiar el comportamiento y pensamiento humano, los tres con enorme tino y certeza concluían por anticipado -sin equivocarse un ápice- que la gente siempre ve en una sola imagen publicada lo que quiere ver, trata ambiciosamente de resumir y concluir sobre un todo, pero lo que ellos quieren ver. “La gente hoy aquí, allá y acullá ve lo que quiere ver y sobre todo lo que menos esfuerzo le genere por la pereza intelectual reinante”, comentó mi maestro.

De ahí que surjan con tanta facilidad en espacios, medios y redes sociales, como los conejos de un sombrero de mago, toda suerte de especulaciones, pareceres, rumores, mentiras, conclusiones fáciles y conjeturas que se acomoden de forma elemental y vendible a un consumidor expectante que, dada la infoxicación informativa reinante, no quiere detenerse a pensar, a analizar ni ver un poquito más allá de un momento congelado en una instantánea. No leen, ni siquiera la intención, se quedan con la simple cuadro de la fotografía y los segundos de realidad que captó, por ser eso lo más cómodo, pero casi siempre lo más lejano de la realidad y de la verdad, comentaron mis interlocutores.

“Hay que entender que las imágenes nunca viven solas. Siempre están en relación con toda una constelación de elementos que proporcionan, juntos, un sentido determinante”, como explicará Joan Fontucuberta o en palabras de Román Gubern: “la vida es un plano de secuencia con movimientos de cámara, solo se interrumpe cuando dormimos y cuando morimos”; o como con crudeza lo dijo en su momento el magnate de medios Willian Raph Hearts, cuando a su corresponsal en Cuba le dijo, a propósito de lo que pueden o pueden no decir las imágenes:  “Ud. suminístreme las imágenes, que yo le suministraré la guerra”. Moraleja: Por eso, en las fotos y la imágenes, también hay mucho humo poderoso.

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