El poder de la oración.

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu padre que está en lo secreto; y tu padre que ve en lo secreto te recompensara en público” Mt. 6, 13

Por José Álvaro Cardozo Salas.

Debemos orar con humildad, no para jactancia espiritual o para ser vistos por otras personas, sino buscando la intimidad con Él, sólo con la única intención de que él nos escuche, orar con sinceridad y entendimiento, no con palabras fingidas o vacías que no entendamos o no percibimos, sino sintiendo y comprendiendo realmente lo que decimos, de forma genuina. Orar con arrepentimiento, examinándonos cada uno a sí mismo y siendo honestos ante Dios, no con orgullo ni auto justificándonos, sino confesando nuestras caídas y nuestros errores, alejándonos del pecado y encaminados a la santidad y a la justicia de Dios. Hacer oración con la mira enfocada en las cosas de arriba, no con la mente en el mundo, sino quitando los ídolos de nuestro corazón y buscando dejar siempre atrás la carnalidad de la vida aquí en la tierra.  Disponernos a orar conforme a su voluntad, no siendo sabios en nuestra propia opinión ni confiando en nuestro propio entendimiento, sino recordando que Él tiene un plan mayor y que él lo sabe todo; pidiendo conforme a las enseñanzas de Cristo y a su verdad,  saber orar con la intención de amar y ayudar a otros, no para que disfrutes sólo tus propias cosas y vivir en comodidades egoístamente, sino para compartir lo bueno con los demás y también para que nuestros semejantes vivan reposadamente y con equidad y la paz de Dios.

Orar con la fe puesta en Dios, no dudando nada, sino teniendo la confianza que él nos va a responder porque es bueno, poderoso, compasivo y fiel para cumplir sus promesas, ser conscientes del perdón, concediéndolo a todos aquellos que nos han dañado o lastimado, dejando atrás los rencores, las deudas y resentimientos del pasado, teniendo la misma misericordia que hemos recibido de parte de Dios, acercarnos a él siempre  con misericordia y compasión por los demás, no con indiferencia, sino con empatía, ayudando al mismo tiempo a cuantos podamos, acordándonos de los pobres y extendiendo la mano a quienes la necesitan.

La oración de adoración o de contemplación es la que mas me gusta, esta se hace frente a Jesús eucaristía y tiene cierto ingredientes que la hacen particularmente especial, por ejemplo manejar el silencio, mirarlo y que él me mire, solo estar en su presencia, acompañándolo, dejarse consentir, escuchar en el silencio su voz tierna, amorosa, recostar mi cabeza en su pecho como lo hizo el apóstol amado, es tan necesaria la oración de adoración que ella misma en esencia salvara la humanidad, así de sencillo.

Como ven la oración es vital, recuerdo el testimonio de la Dra. Gloria Polo que hace unos años fue alcanzada por un rayo en la universidad Nacional de Bogotá, su hermano no corrió con  suerte y murió en el mismo sitio, Gloria tuvo una experiencia mística en el purgatorio viendo la vida que llevaba y advirtiéndonos lo que nos puede costar las vanidades y los egos, en este testimonio, nuestro señor le muestra que la salvo por la oración de intercesión de un hombre en la guajira, que compro una panela y se la empacaron en un periódico justo donde estaba la noticia de los hermanos Polo, el señor en mención sin pensarlo dos veces después de leer la noticia, se arrodillo y pidió por la salud y pronta recuperación de Gloria, Dios por esta oración se apiadó de esta alma y la devolvió a la vida con la misión de llevar este testimonio que ha transformado muchas almas.

Dime como es tu oración y te diré como es tu fe, es un arma mortal para los ataques del enemigo, ni hablar del rezo del rosario a diario, la santa misa, el oficio divino, la confesión frecuente, la caridad, una bella canción, un hermoso atardecer, hay que orar en todo momento, hasta en la inmunda como dicen mis hijos, solo allí Dios se hace presente y se manifiesta grandemente, así que te animo a que mejores tu oración, para hacerla vida, y saber que Jesús es causa de nuestra alegría.