El que busca el bien encuentra el favor de Dios.

Cristo es el mayor bien que debemos buscar

Ewduard Andres Diaz

—¿Qué es buscar el bien? —preguntó Jaime al abuelo Pedro.

Jaime es un joven quinceañero que trabaja en el minimercado del barrio, haciendo domicilios. Con el dinero que gana ayuda a su madre para los gastos de la casa y satisface sus propias necesidades.

Por su gentileza y forma de ser se ganó el aprecio de los miembros de la comunidad, incluso el de doña Eulalia, la lengua viperina odiada por todos. Nadie se salvaba de los venenosos dardos provenientes de su boca, excepto Jaime. El joven se ganó su aprecio no solo por llevarle los pedidos del minimercado, también por ser bastante acomedido con ella. La trataba con mucha gentileza porque le recordaba a su difunta abuela, por lo cual cada favor que la anciana le pedía, él lo hacía lo más rápido que podía. Esto convirtió a Jaime en la única persona a la que Eulalia jamás levantó falsos testimonios.

De la misma manera se ganó el aprecio del abuelo Pedro, quien lo convirtió en su discípulo. Todos los sábados, después del trabajo, el joven llegaba a casa del anciano para almorzar y luego estudiar las escrituras. Aunque al principio lo hacía solo por ahorrarse lo del almuerzo, con el tiempo su corazón fue cautivado por la verdad de las escrituras.

En una de sus sesiones de estudio sobre le libro de Proverbios, capítulo 11, versículo 27, el joven preguntó al abuelo:

—¿Qué es buscar el bien?

El pasaje leído, y que motivó la pregunta de Jaime, dice lo siguiente: “El que procura el bien obtendrá favor, pero al que busca el mal, el mal le sobrevendrá”.

La respuesta rápida y más concisa del abuelo fue esta:

—Buscar el bien es buscar a Cristo, y por medio de él reconciliarse con Dios, ese es el mayor bien que debe buscar el hombre. Sin embargo, el texto se refiere a vivir la vida para la gloria de Dios muchacho. Los hombres vivimos en función de muchas cosas: la familia, las posesiones, la estabilidad económica, los objetivos profesionales, etc.; cuando en realidad el único objetivo de vivir debe ser la gloria de Dios. Quien vive buscando glorificar a Dios en todo lo que hace, recibirá el favor divino; más quien no vive en función de esto busca el mal y este le vendrá, como dice el texto. Espero haber sido claro muchacho —concluyó el abuelo.

—Entonces el objetivo de mi vida debe ser la gloria de Dios

—¡Exacto muchacho! —exclamó el abuelo— veo que lo entendiste muy bien. Ahora solo queda que lo pongas en práctica. Es difícil, pero Dios es bueno y te ayudará.

Y usted mi estimado lector ¿Vive para la gloria de Dios?