ENEMIGOS

TODOS RECIBEN SU RECOMPENSA

Columna Ewduard Andrés Diaz Reina

Decir que tenemos enemigos suena fuerte, por el significado negativo de la palabra. Muchos lo suavizan diciendo que tienen oponentes. Un enemigo y un oponente son personas contrarias a nosotros que se oponen a nuestros proyectos, planes, ideas, y creencias. En esa medida, todos, sin distingo, tenemos enemigos.  Estos pueden provenir de diferentes fuentes, incluso de nuestro círculo más cercano o íntimo.

La biblia está llena de estos ejemplos de enemigos provenientes del círculo más cercano, o como me gusta llamarlo: enemigos íntimos. Caín y Abel, Jacob y Esaú, José y sus hermanos, el rey David y su hijo Absalón, son algunos de los ejemplos más prominentes.

Nuestro querido abuelo Pedro también ha experimentado esto. Rafael, su hermano menor, fue su enemigo declarado hasta la muerte. Aunque esto no siempre fue así. Cuando el padre de ambos fue asesinado al final de la época de la violencia partidista, por predicar una fe diferente a la católica. Rafael tenía solo 12 años cuando esto pasó, pero creció con aversión por todo lo religioso. Ni en su lecho de muerte se arrepintió de sus pecados y maldades.

Cuando, el entonces joven Pedro, se convirtió al evangelio y comenzó a predicar a la familia, ocupando, como hermano mayor, el lugar de su padre; Rafael fue su mayor y único enemigo. El menor de todos los hermanos se opuso a la fe y pronto huyó de casa.  Trabajaba cuando podía, y cuando no, robaba para comer. Vivió en la calle, pasó hambre, frío, fue golpeado y humillado.  Finalmente, se sumergió en diversos vicios que terminaron endureciendo más su corazón contra Dios.

En Rafael y el abuelo Pedro se cumple lo que dice Proverbios 11: 31: “Ciertamente el justo será recompensado en la tierra; ¡Cuánto más el impío y el pecador!” Mientras el señor premió la fe de Pedro con una familia que lo ama y prosperidad económica; la vida de Rafael se fue destruyendo poco a poco hasta que una bala perdida le quitó la vida a los 40 años. Murió solo y en la miseria.

Fueron múltiples los intentos de Pedro y su madre por rescatarlo del infierno, pero Rafael siempre se resistió a entregar su corazón a cristo. Prefirió su miseria antes que al creador. Por eso, en vida, recibió de Dios su recompensa.

Mi estimado lector ¿Qué recompensa buscas, la del impío o la del creyente?

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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