Horrenda es la mujer bella que no teme a Dios

La mujer que teme a Jehová es realmente hermosa

Ewduard Andres Diaz Reina

Pablo se enamoró, rumoraba la familia. Todo porque el joven tenía días saliendo con Katerin, una joven hermosa que había conocido en la universidad, y de la cual él había estado enamorado desde el primer semestre. Esteban, su padre, y el abuelo Pedro estaban orgullosos de la conquista del muchacho, pues la belleza de la susodicha era realmente despampanante.

Más el corazón de Sara se angustiaba con lo que pasaba. Para el padre, y el abuelo, esto era solo celos de madre. Pero la verdad era otra. La chica era muy hermosa, pero no era creyente. Como cristiana y como mujer, Sara sabía que una buena mujer puede ayudar a un hombre, pero una mujer bella y mala puede destruirlo, porque el corazón del varón fácilmente queda prendado de la belleza y encantos femeninos.

Aunque se oponía a la relación, Sara fue astuta, jamás lo manifestó, ni los confrontó. Su pelea fue de rodillas en la presencia de Dios. Con insistencia pedía al creador que le permitiera a su hijo ver la fealdad que escondía la belleza de Katerin, y así fue. Dios contestó.

Paulatinamente, Pablo se alejó de la joven, hasta que rompió toda clase de vínculo con ella. Cuando la familia preguntó el porqué, él respondió:

—Proverbios11:22 dice: como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de la razón. Ella no solo me gustaba, despertaba en mí todo tipo de pasiones. Pero era una mujer sin Cristo. Poco a poco Dios me mostró su verdadero rostro.  La belleza que mis ojos admiraban era solo el disfraz de una mujer fea. Porque la mujer apartada de la razón, aquella que no teme al Señor, es horrenda. Más la que teme a Jehová, su temor, la hace hermosa.

Gozo y paz vinieron al corazón de Sara con estas palabras, no solo por el rompimiento de esta relación, también por la madurez que veía en su hijo.

Mi estimado lector, si usted es varón, por favor busque mujeres que sirvan a Dios, y si es mujer, busque hombres que sirvan al Señor. Y por favor, mujeres, no procuren solo la belleza exterior, adórnense también con la gracia que da Dios.