La agonía de Jesús en el huerto, un momento decisivo e inolvidable.

Como siempre asiduo a la oración se llevó a los discípulos a este sitio, tranquilo, algo privado, también esta indecisión de seguir adelante o detenerse

Por José Alvaro Cardozo Salas

Este texto maravilloso de la pasión de nuestro señor Jesucristo que nos narran los evangelistas, recoge un momento muy difícil en la vida de Jesús hombre, a pesar de ser Dios, es hombre verdadero hombre, que experimento el cansancio, el odio, la envidia, la persecución, la cárcel, la traición, la alegría, el compartir, el gozo, todas estas experiencias necesarias para entender nuestra pobre humanidad.

Quisiera detenerme en varios momentos con ustedes, respecto a lo que Santa Teresa de Calcuta referirá este momento como el más doloroso que incluso la misma pasión y crucifixión, y es la agonía en el huerto. Es la hora de las definiciones, es el momento más difícil y cierto, creo que la plenitud del miedo y verse tan acorralado, desconfiguro al señor, “comenzó a sentir tristeza y angustia” (Mateo 26-37)

Como siempre asiduo a la oración se llevó a los discípulos a este sitio, tranquilo, algo privado, también esta indecisión de seguir adelante o detenerse, “quedaos aquí y velad conmigo” (Mt 26, 38) le pide a su padre que por favor le evite este sufrimiento, que aparte del este cáliz, cuantas veces nosotros también enfrentados a una situación de enfermedad, de desolación, de pérdida de un ser querido, de un empleo, le hemos pedido al señor que aleje de nosotros ese sufrimiento.

La cruz tiene esa connotación, cuando nos bautizamos de alguna manera también nos configuramos con la cruz del señor, y también como el experimentamos varios Getsemaní en la vida, y entendemos por qué Dios padre permitió todo este caminar de espinas, de dolor, de traición, de sufrimiento, pero a la vez necesario para nuestra salvación y santificación.

Pero no nos alejemos de este maravilloso tema, porque al regresar de su oración el señor encuentra a sus amigos, hermanos, dormidos, cansados, quizás después de un día duro, las jornadas con el señor eran largas, extenuantes, y los venció el sueño, a usted y a mi nos ha ocurrido muchas veces, pero el reclamo que hace el señor es justo, ¿“con que no han podido velar una hora conmigo? “ (Mt 26, 40) que duro reclamo, y el mismo nos enseña en esta frase, cuando le visitamos en el santísimo el tiempo mínimo de adoración ¡una hora  

Una hora es poco tiempo para acompañar al señor, una hora frente a él se pasa volando, una hora frente a la verdad, es el mejor regalo que nos puede hacer el señor, velad y orad, si no se hacerlo, basta que nos miremos fijamente, “el me mira y yo lo miro” como lo referenciara San Juan María Bautista Vianey, el santo cura de Ars, quien nos narraba como en su parroquia había un campesino que pasaba horas frente a Jesús eucaristía solo mirándolo y dejándose mirar por él.

¿Luego regresa a seguir orando por segunda vez, y mis amigos los discípulos no se la pillaron, que debían estar alertas, vigilantes, velando y orando, volvieron a quedarse dormidos, igual nos hubiera pasado a nosotros, “Los dejo y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras” (Mt 26, 44) siempre he tenido la inquietud de saber cuáles eran las mismas palabras, ¿quizás el padre nuestro? ¿O alguna oración que aprendió de su padre José o quizás de nuestra señora? ¿O que el mismo construyo? Me pongo a pensar de mis amigos cristianos no católicos que hablan del rosario como la repetidera de las oraciones, cuando el mismo señor “repetía las mismas palabras” eso lo dejo en el tintero para que cada uno tome su propia idea de este párrafo.

Los invito en esta semana donde conmemoramos la pasión, muerte y resurrección del señor Jesús, donde los templos va a reventar, veo tanta gente visitando los monumentos, participando de las vigilias, del triduo pascual y demás, pero también la triste realidad del lunes de pascua, la bienaventurada Octava de pascua y los templos vacíos, más vacío que nunca, qué le vamos a hacer.

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