La codicia.

Los malos codician, los buenos se esmeran por dar fruto.

Ewduard Andrés Diaz Reina

La codicia es un mal que a todos nos ha afectado, por lo menos una vez en la vida. Porque siempre el árbol del vecino parece ser más frondoso. Hoy muchos disfrazan este sentimiento hablando de justicia social o deudas históricas, cuando en realidad todo se trata de codicia, ese primitivo deseo de querer tener lo que el otro ha conseguido con buenas o malas prácticas.

La biblia habla innumerables veces sobre esto. El décimo mandamiento prohíbe directamente la codicia y la envidia. Posteriormente, los padres proverbiales, exhortan a sus hijos a guardarse de la codicia para glorificar a Dios. Esto lo enseñan en Proverbios 12: 12  al decir: “Codicia el impío la red de los malvados, mas la raíz de los justos dará fruto”.

De acuerdo al texto y al contexto bíblico, la codicia es una característica de los impíos. El incrédulo desea, anhela tener lo que ha conseguido el otro, incluso está dispuesto a cometer los mismos males, los mismos pecados en los que ha incurrido su prójimo, con tal de obtener el mismo resultado.

Por el contrario, el creyente, el hijo de Dios, tiene deseos diferentes. Está contento con lo que tiene, y da gracias por ello, porque sabe que es la buena voluntad de Dios para su vida (1 de Tesalonicenses 5:18). En lugar de esforzarse por cometer los mismos males del prójimo para conseguir ganancias similares, se esmera por dar frutos que glorifiquen y exalten el nombre de Jesús en su vida. En otras palabras, se esmera por vivir para Cristo y no para sus placeres.

Mi estimado lector, ¿Está contento con lo que Dios le ha dado?, ¿Se esmera usted por dar fruto que traiga honra y gloria para Cristo?, ¿O, por el contrario, ve más frondoso el árbol del vecino y desea tener uno igual?

Recuerde que el buen cristiano no codicia.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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