La Confianza en Dios para perdonar, en una sociedad indolente y soberbia.

Recordemos que el perdón, no se logra con criterios humanos, el perdón es un don de Dios

Por José Alvaro Cardozo Salas.

Mucha fe y mucha confianza en Dios, necesitan nuestras familias, frente a las dudas y a la incertidumbre que surgen en la vida de pareja y en las relaciones familiares, y ante los inevitables problemas, que se presentan a diario, aun el más perfecto, y armónico de los hogares, con frecuencia, se opta por la desconfianza, por renegar del pasado, y no creer en el futuro, por el miedo, y finalmente por la ruptura. La confianza en Dios, con cuya gracia, siempre podemos contar, permitirá hacer de estas dificultades, ocasión para acrisolar aún más el amor, y la fidelidad. Es necesario y urgente, que volvamos, a presentar la unidad de la familia de Nazaret, como modelo de imitar.

Perdón y olvido.

Según el texto del evangelio, José, ante el misterio que no entendía, pensó dejar, en secreto, a su prometida esposa (Mt. 1,20) nada tiene de extraño que, José sintiera mucho dolor, preocupación y desconcierto; era hombre cabal, y no podía dejar de experimentar tales sentimientos. Sin embargo, frente a la manifestación de Dios, que esclarece el misterio, no dudo en acoger a María. Fue en cierta forma, vivir la experiencia del perdón. Recordemos que el perdón, no se logra con criterios humanos, el perdón es un don de Dios, Como gratitud y como Don, para recibirlo, se ha de poseer un corazón abierto, a la misericordia, disponible para ofrecer, a su vez misericordia.

Siempre me pregunto, ¿Por qué tantas separaciones matrimoniales? ¿Porque tantas discordias no superadas?, ¿porque tantas familias destrozadas? Simplemente porque nos falta Dios, ¿Por qué nos cuesta tanto perdonar? Será, porque aún no hemos hecho del perdón, una virtud, porque racionalizamos mucho nuestra vida cristiana, porque somos muy orgullosos, y no queremos perder nuestro prestigio, porque creemos que perdonando perdemos; y no es así; el que perdona gana, y mucho, porque recobra la alegría, la paz del alma, y recupera el amor a la vida, y el gusto por la comunidad.

Para revisar nuestra actitud personal, y nuestras relaciones familiares, en relación con el perdón, puede servirnos los siguientes puntos de vista:

  • Nos damos cuenta que estamos en el camino del perdón, cuando ya no deseamos el mal al otro, al que nos lastimo, cuando somos capaces de orar por él; cuando estamos dispuestos a hacerle el bien, si lo vemos pasar por una necesidad. Cuando logro perdonar de veras, cambio la imagen, y la realidad del otro: al “enemigo” lo convierto en mi hermano, mi amigo.
  • El perdón es una virtud, o no es perdón; y es universal y constante. El “hasta setenta veces siete” del evangelio, significa que el perdón, ha de darse siempre, a todos, y en cualquier circunstancia.
  • Sin compasión no hay perdón. Ser compasivos, es sentir piedad por alguien que se encuentra sufriendo. Recordemos, que quien ha ofendido también sufre, y si sufre de verdad, se hace acreedor al perdón.
  • Solo se logra perdonar, con la gracia del espíritu santo. Sin Dios en el corazón, es imposible el perdón. “Dios perdona en mi”
  • Quien logra perdonar, se libera de la amargura, del odio, de la rabia, y el resentimiento, y recupera la paz. El rencor, nos hace más daño a nosotros mismos, que aquel o aquellos hacia a quienes lo experimentamos.
  • Quien no perdona, vive irritado, iracundo, agobiado, triste, hasta puede llegar ver afectada su salud psíquica y física.
  • El perdón, es cambio, es una, de las más puras fuentes de alegría.
  • Sin amor, no hay perdón, sin perdón no puede sobrevivir el amor.

Los animo a tomar la iniciativa de perdonar, liberarnos de ese pesado “piano” que llevamos a cuestas y que no nos deja avanzar en este camino al cielo.