Las promesas que heredan los creyentes

Ewduard Andres Diaz

El pueblo de las promesas

Pablo es un joven creyente de 18 años. Mientras sus compañeros de universidad se reparten entre los estudios, los amigos, el trago y la rumba; él divide sus días entre el estudio de las escrituras y las materias de la universidad.

En una de sus sesiones de estudio de la Palabra, se encontró con Hebreos 6:12 que dice: “A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”. Meditó el pasaje por horas, pero no pudo comprender. ¿De qué promesas habla?, ¿eran a acaso las promesas hechas al pueblo judío en el antiguo testamento?

Finalmente, llamó al abuelo Pedro para compartir sus inquietudes. Luego de leer el texto, el abuelo llegó a la conclusión de que hablaba de las promesas hechas a Abraham y sus descendientes, que según la biblia son todos los creyentes y no solo los judíos, como ellos piensan (Gálatas 3: 7).  Dichas promesas consistían en que él heredaría la tierra donde pisaba (Génesis 15:18), qué Dios sería su Dios y el de todos sus descendientes, lo cual convirtió a los hijos de Abraham en un pueblo especial (Génesis 17:7) y que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra (Génesis 22:18)

La tierra prometida representa el cielo, al cual entraremos todos los que hemos creído en Cristo como nuestro Señor y redentor, no solo los judíos. De hecho, si el judío no cree en Cristo, no entrará en el reino de los cielos. Respecto a la segunda promesa, todos los que tenemos a Jesús como nuestro Dios y salvador, somos hechos hijos de Abraham y como tales destinatarios de la segunda promesa (Génesis 17:7; Gálatas 3). Por último, dijo el anciano, la simiente prometida en la cual serían benditas todas las familias de la tierra es Cristo, quien con su advenimiento trajo buenas nuevas a todos los hombres, en especial a los hijos de Abraham, según la fe, por quienes se entregó para limpiar sus pecados y darles eterna salvación. (Mateo 1:21)

Según explicó el abuelo, los judíos pensaban que solo ellos eran hijos de Abraham y como tal los únicos herederos de estas y de todas las promesas hechas en el antiguo testamento; más, el escritor de la carta pretende demostrar que las promesas no son para los judíos, sino para todos los que tienen a Cristo como su Dios y redentor.

Por tanto, mi estimado lector, si aún piensas que las promesas del antiguo testamento son sólo para los judíos, estás en un error, estas, como dice el texto citado, son para “todos los que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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