Los 213 años, del Grito de la Independencia. Fiesta Nacional.

“¡Si perdéis este momento de efervescencia y calor si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de dos horas seréis tratados como insurgentes: ved (mostrando las cárceles) los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan!”. Arenga del 20 de julio de 1810 de José Acevedo y Gómez, que nació en Monguí, Boyacá, en 1773 y murió en Belén de los Andaquíes, Caquetá, en 1817, Patriota conocido como el “Tribuno del Pueblo”.

Por: Jorge Ancizar Cabrera Reyes.

Que la paz sea el faro que con su luz irradie los caminos del territorio de Colombia, en una democracia de participación con verdadera justicia social e igualdad para todos.

Con la firma del Acta de Independencia en la noche del 20 de julio de 1810, firmada por 57 personas y según el Historiador y Profesor nuestro en la Universidad Libre de Colombia, doctor Armando Latorre Gómez nos enseñó que fue: “Redactada y escrita por Acevedo y Gómez el Tribuno del Pueblo, el Acta condensa el pensamiento del criollaje ilustrado de la época en pugna con la clase peninsular por el poder político”.

El General Simón Bolívar, que nació el 24 de julio de 1783 en la Ciudad de Caracas, Venezuela y que falleció el 17 de diciembre de 1830 en la Ciudad de Santa Marta, Magdalena, Colombia, y en su Proclama II del Cuartel General en la Ciudad de Bogotá, el 8 de marzo de 1820, exclamó: “¡Colombianos! Los crepúsculos del día de la paz iluminan ya la estera de Colombia. Yo contemplo con un gozo inefable éste glorioso periodo, en que van a separarse las sombras de la opresión para gozar los resplandores de la libertad. Tan majestuoso espectáculo me admira y encanta: con anticipación me lisonjeo de vuestra colocación política en la fax del universo, de la igualdad de la naturaleza, de los honores de la virtud, de los premios del mérito, de la fortuna del saber y de la gloria de ser hombre. Vuestra suerte va a cambiar: a las cadenas, a las tinieblas, a la ignorancia, a las miserias, van a suceder los sublimes dones de la providencia divina: la libertad, la luz, el honor y la dicha”.

El General Francisco de Paula Santander, que nació en Cúcuta, Norte de Santander, el 2 de abril de 1792 y murió en Bogotá el 6 de mayo de 1840. En su Proclama de 9 de diciembre de 1823, expresó: “¡Pueblos de Colombia! Recibid las congratulaciones del Gobierno por la ocupación de una plaza importante, donde ha terminado la guerra empezada para arrancar a Colombia del poder del español. Vuestros sacrificios han tenido por objeto la independencia y libertad de vuestra patria, y vuestra patria es ya libre e independiente, la milicia y sus jefes ilustres han.satisfecho vuestras esperanzas y cumplido con los clamores de su corazón; sus espadas victoriosas están siempre prontas hacer respetar la dignidad de la República, vuestros derechos y la inviolabilidad de la Constitución; ellos han jurado, y jamás militar colombiano ha faltado a sus promesas; pero es preciso también que de vuestra parte mantengáis inextinguible vuestro fuero patriótico, vuestra sumisión a las leyes, y sobre todo vuestra adhesión al sistema constitucional, con cuyos auspicios Colombia ha completado su independencia, se ha elevado a la cima de la gloria, y ha merecido la opinión, respeto y aplauso de las demás naciones “.

El Reconocido Intelectual e Historiador doctor Rodrigo Llano Isaza, miembro de número de la Academia Colombiana de Historia, en alguno de sus escrito plantea: “El 22 de agosto de 1809, el Virrey Amar nombró Alférez Real de Santafé a Bernardo Gutiérrez, en reemplazo de Luis Caicedo y Flórez, contra la voluntad del Cabildo y del Síndico Procurador General Ignacio de Herrera. Situación que hizo crisis el 26 de abril de 1810 con un enfrentamiento a puños entre Gutiérrez y Herrera. Carbonell encabezó la protesta popular y la llevó hasta la casa del Virrey, exigiendo satisfacciones públicas e hizo salir, escondido, a Gutiérrez de la capital.

José María Carbonell fue el gran agitador del 20 de julio de 1810. Fue a las casas, cito la gente en la plaza y con su verbo animó a las gentes, en un acto que tenía ya previstas todas las acciones. La gran y eficaz arma de Carbonell, fue el rumor”.

El Historiador y Exgobernador del Departamento del Tolima doctor Fernando Osorio Cuenca, en sus juiciosas y rigurosas investigaciones, concluye: “La ilustración impulsada por los colegios mayores formó a finales del siglo XVIII una élite criolla que se sentía excluida del poder virreinal. De forma subversiva se congregaban para fortalecerse frente al gobierno centralizado de la Corona Real. Los altos cargos venían desde España y no daban espacio a criollos preparados y preocupados por la suerte de los pueblos del virreinato. Puede afirmarse que lo social, sino lo que ocurrió el 20 de julio no fue un estallido popular, hoy le dirían estallido de poder de la élite criolla que buscaba sus prebendas y privilegios más que la libertad pues exaltaban al Rey como soberano. La idea de los criollos era convocar a un cabildo abierto, nombrar una Junta de Gobierno que gobernara en nombre del Rey. Así lo decidieron en el Observatorio Astronómico el 19 de julio. El día siguiente era día de mercado y se aprovechó el enfrentamiento personal de unos criollos con un comerciante español para insistir en la conformación de la Junta de Gobierno. Hábilmente algunos lograron inquietar a alguna gente aprovechando el mercado y fue así como José María Carbonell se tornó el hecho en revuelta, gracias a que de constituyó la Junta reconociendo la autoridad del Rey Fernando VII. El hecho de haberse celebrado cabildo abierto precipitó la independencia que significó un largo período de nueve años para consolidarse y dar paso a la república. Es de resaltar que los hermanos sacerdotes Vicente y Julián Joaquín de la Rocha curas que fueron de la parroquia de Chaparral fueron miembros del cabildo y firmaron el Acta de Independencia.

El Grito de Independencia del 20 de julio a pesar de haber sido un descontento de los criollos por mermarle poder a la Corona española, fue el faro que alumbró la libertad para los pueblos de América Latina y en los tiempos de ahora, se requiere consolidar la paz como un elemento para el progreso y desarrollo de los pueblos, que continúan en su lucha para lograr sus mejores conquistas sociales, económicas, políticas, ambientales y culturales.