Los labios mentirosos

El que habla mentira

Edward Andrés Diaz Reina

¿Existirá una persona en el mundo que jamás haya mentido? Todos, en verdad, somos mentirosos. Es la infracción a la ley de Dios que cometemos con mayor facilidad. Tan común es para nosotros, que fácilmente perdemos de vista lo terrible que es este pecado para nuestro Creador.

Proverbios 12, versículo 22, dice así sobre ella: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento”.

Abominable es la mentira ante los ojos del Creador, aunque  no solo ella,  los labios mentirosos, o mejor dicho, quienes la practican.

Tan terrible es este pecado para Él, que el libro de  proverbios lo incluye dentro de la lista de las seis cosas que aborrece Jehová, y en las siete que abomina su alma (Proverbios 6:16-19). Por su parte, el apocalipsis nos dice que los mentirosos serán lanzados al lago de fuego cuando el Mesías regrese a reinar (Apocalipsis 2:8).

Ningún mentiroso estará en la presencia de Dios, pero ¿por qué  el Creador aborrece tanto la mentira y al mentiroso?

Dios es verdad, pero Satanás es mentiroso y padre de mentira (Juan 8:44). Él miente desde el principio. Engañó a Eva para que comiera del fruto prohibido. Sus mentiras mantiene a las personas alejadas de la verdad, y de  Dios.

Todo aquel que practica la mentira, que enseña la mentira, y que cree la mentira, es identificado como hijo de Satanás. Pero el que se declara hijo de Dios, al ser redimido con la sangre del Cordero, se aleja de la mentira y se esfuerza por practicar y enseñar la verdad.

Practicar la mentira no es solo el simple acto de mentir. Para ser preciso es enseñar, promover y aceptar falsas doctrinas que llevan a la adoración de otros dioses, o de una imagen distorsionada de Dios.

Todo aquel que crea, confiese, practique o enseñe dichas doctrinas es mentiroso, y un instrumento de Satanás para mantener a las almas esclavizadas al pecado y lejos de Dios, por eso el Padre aborrece y castiga tan duro la mentira y al mentiroso.

Más Él se deleita y encuentra contentamiento en quienes han lavado sus pecados en la sangre del Cordero, y se han revestido con las buenas obras de Cristo (Gálatas 3:27). 

Si el mentiroso no se arrepiente de su maldad y lava sus pecados en la sangre de Jesús, tendrá parte en el lago de fuego (Apocalipsis 2:8).

Mi estimado lector, por favor, examine su vida y sus creencias. ¿Está usted fundamentado en la verdad? O ¿Ha creído, practicado y enseñado una mentira?

Tenga en cuenta que toda creencia que no tenga a Jesús en el centro de su adoración, y que no lo confiese como su Dios, redentor y único intercesor entre el Padre y los hombres; es una mentira.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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