Los tatuajes en el trabajo, un tabú que está cambiando y trascendiendo las fronteras

Cada vez hay más empresarios interesados en retratar en su piel diseños que evocan recuerdos importantes en su vida; el tabú de los tatuajes cambia desde la alta gerencia

Turquía, Irán y Emiratos Árabes Unidos son algunos de los países en los que los tatuajes son mal vistos. Y el tabú va más allá de las fronteras geográficas. Quienes quieren construir una carrera laboral exitosa en mercados como el colombiano muchas veces se preguntan si existe un dilema entre lograrlo y llevar un tatuaje. Pero este es un tabú que poco a poco va cambiando en las oficinas.

Un CEO de Empresa Internacional recalcó que cuando se prepara para cerrar un negocio con una persona de mayor edad, que se supone será más recatada, prefiere cubrir sus tatuajes porque no lo verá confiable, mientras que, si es otro tipo de cliente más fresco, podrá empatizar mejor con él si los muestra.

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En lo que va del año Un Artista del tatuaje ha atendido a por lo menos 20 empresarios por mes, entre CEO, presidentes y gerentes de compañías, a pesar de que aún se sigue viendo el estigma en el mercado laboral.

Según el artista, no se recomienda tatuar “las manos, el cuello y la cara, pues para muchos sigue existiendo el tabú, y en algunos países legalmente está prohibido. Ahí es cuando uno se da cuenta de que en Colombia se acepta de manera más abierta este tema”.

Edwin Romero, gerente de publicidad de Inter Rapidísimo, dijo que “la percepción de los tatuajes en los altos cargos ha cambiado o, más bien, evolucionado mucho en los últimos años. Gran parte de esto se debe, primero, a que las generaciones anteriores libraron esa batalla y lograron romper esos estereotipos que se veían muy presentes en el mundo empresarial”.

De acuerdo con Romero, gracias a ello, ha llegado una nueva ola de líderes y ejecutivos “que, como yo, vemos el hecho de tener tatuajes de manera diferente; ya sea simbólico, estético o simplemente vanidoso, no importa, cualquier motivo es válido”.

Otro de los ejemplos en el mercado colombiano es el de Marcelo Cataldo, presidente de Tigo, quien muestra sus tatuajes en su día a día laboral e incluso publica en redes sociales como LinkedIn la ausencia de un dilema entre profesionalismo y tatuarse.

Jhony Calderón, gerente general de Distrimarcas de Colombia SAS, es otro ejecutivo que muestra que los tatuajes no entran en conflicto con el talento. Para Calderón, “gracias a la lucha de las generaciones se ha logrado normalizar los tatuajes en la sociedad”.

Romero agregó que “al ver que otros empresarios son muy buenos y tienen muchos tatuajes, esta visión se refleja en sus empleados y, además, las empresas empiezan a fijarse más en el talento”.