María la mujer de mi vida.

Este mes es de especial recordación, porque en ella el verbo de Dios e hizo carne, rezar el rosario, que es una oración tan sencilla, y de un poder tan grande

Por José Álvaro Cardozo Salas

Debo confesarles que pertenezco al inmaculado corazón de la virgen María, desde muy pequeño mi querida Nohemí, mi madre, me enseñó a amarla, a conocerla, estudie con los Maristas quienes llevan indexo en su ADN el amor por la buena madre. Mayo es pues por excelencia su mes, un mes dedicado a honrarla, a imitarle, a dejarse amar con el mismo amor que dio a su esposo e hijo, porque ella ante todo es madre, esposa y compañera de camino.

Ahondemos un poco en los dogmas (verdades de fe que promulga la iglesia en cabeza del papa) que ha dado la iglesia sobre ella.

Maternidad divina.

El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Éfeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla, María es hija de Dios padre, esposa de Dios espíritu santo, y madre de Dios hijo.

Virginidad perpetua.

El dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.

“Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel” (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 – Concilio Vaticano II).

Inmaculada concepción.

Cada 8 de diciembre, la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir desde el instante en que María comenzó la vida humana.

El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX proclamó este dogma.

La asunción a los cielos.

La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo. Este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII el 01 de noviembre de 1950 por medio de la Constitución Munificentissimus Deus decretando como solemnidad el día 15 de agosto para su celebración en el calendario litúrgico. 

 María siguió a su Hijo hasta la cruz. Estuvo de pie, a los pies de su Hijo crucificado. (Juan 19, 25-27). Con un silencio elocuente, aceptó el peor sufrimiento que puede existir: ver a su hijo asesinado, colgado de una cruz.

¿Cómo lo aplico a mi vida?

¿Cuánto estamos dispuestos a cargar la cruz en nuestra vida cotidiana? “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí” (Mateo 10, 38). No pensemos solamente en situaciones extraordinarias, sino en los distintos quehaceres comunes de la vida.

“Perder” el tiempo, dedicándonos a escuchar personas que necesitan desahogar sus dolores y sufrimientos. Socorrer a los amigos enfermos, preocuparnos por los más necesitados saliendo de nuestra zona de confort. En fin, hay tantas obras de misericordia que podemos hacer.

¡Santidad es para el cristiano sinónimo de felicidad! Cada vez que dejamos de vivir el amor, perdemos una oportunidad para ser más felices. Seamos un reflejo vivo de María Santísima y del amor de Dios.

Hagamos que nuestra familia, nuestra sociedad, nuestro mundo, sea un lugar más hermoso para vivir.

Este mes es de especial recordación, porque en ella el verbo de Dios e hizo carne, rezar el rosario, que es una oración tan sencilla, y de un poder tan grande, históricamente demostrado en Fátima en 1917 cuando le pide nuestra señora a tres niños que recen el rosario permanentemente para no ir al infierno, de hecho, salva a Portugal de la segunda guerra mundial y de otras tragedias mundiales como el socialismo y demás plagas. La tarea es fácil, a rezar el rosario.