No todas las lágrimas son de cocodrilo.

El llanto de Jesús es el antídoto contra la indiferencia ante el sufrimiento de mis hermanos

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

En el Tolima grande es muy famoso el dicho “no creas en cojera de perro, ni en lagrima de mujer” también nuestros padres y abuelos cuando nos caíamos o golpeábamos decían “no llore mijo que usted es un macho”, hoy al investigar y experimentar esto de las lagrimas mas que el lloriqueo es todo un don de Dios, lo tenía San José, el santo cura de Ars, padre Pio de Pietrechina, Madre Teresa de Calcuta y algunas más,  así lo reportan sus biógrafos sobre todo en los momentos sublimes de la consagración eucarística, en la oración contemplativa, ¡cuánto nos falta para acercarnos a este don¡.

Debo confesarles que soy de pocas lágrimas, salvo cuando se muere algún ser querido, soy de los que llora a los amigos que se van, también a ver alguno de los éxitos de mis hijos, o incluso con alguno de mis nietos cuando tiernamente se acercan a decirme te amo Abú, desde que empecé este camino de amor eucarístico veo y oigo muchas profanaciones a la eucaristía a la persona de Jesús; esto duele en el alma. Pero esto que les voy a contar sobre pasa todos estos actos llenos de amor y ternura, también de dolor y abandono, tengo varias amigas viudas o que han perdido sus hijos y aun después de mucho tiempo los lloran, una de ellas me decía que de tanto llorar ya se le habían secado los lagrimales.

Para nuestra iglesia católica, el llanto de Jesús es el antídoto contra la indiferencia ante el sufrimiento de mis hermanos, ese llanto nos enseña a sentir como propio el dolor de los demás, a hacerme participe del dolor de las personas que viven en situaciones dolorosas, como cuando Jesús al saber la muerte de su amigo lázaro lloro amargamente. Para 1985 vivía en Ibagué y estudiaba agronomía en la universidad del Tolima, me tocó vivir el desastre de armero, fui a buscar la familia de mi madre que vivían allá, los encontramos sanos y salvos a todos, un verdadero milagro, jamás he visto tantos muertos juntos en mi vida, recuerdo en una fosa común en el cementerio de Lérida sepultamos cerca de 200 cadáveres NN, que agonía sin familiares ni dolientes me ahogaba en llanto ver ese espectáculo tan dantesco.

Quiero acercarme en compañía de santa Catalina de Siena la religiosa italiana considerada como la mística del verbo encarnado y sobre todo de Cristo crucificado, que el papa Pablo VI el 4 de octubre de 1970 la haría doctora de la iglesia, la santa en su libro “El dialogo del padre Dios” capitulo tercero ofrece un verdadero tratado sobre “El don de las lágrimas” donde el señor le enseña a clasificar 5 especies de lagrimas así: 1. Las lagrimas de los hombres perversos; estas son lagrimas de condenación. 2. Las lagrimas del temor: las derraman los que no son conducidos sino por el temor del castigo debido al pecado, y lloran de espanto. 3. Son de los salidos del pecado, lloran con dulzura y comienzan a servirme. Pero como su amor es imperfecto, imperfectas son también sus lágrimas. 4. Son de los llegados a la perfección de la caridad con el prójimo, aman sin ningún interés personal: porque estos también lloran, y su lloro es perfecto. 5. Están unidas a la 4, son lagrimas de dulzura, derramadas con gran suavidad y amor.

Como ven son todo un tesoro, hay lágrimas de fuego las que no brotan de los ojos, para satisfacer a los que a veces desearían llorar y no pueden hacerlo. Otra cosa que descubrí estudiando esto de las lagrimas es que el ojo y el corazón están conectados de una manera muy especial, si el corazón sufre al mismo momento el ojo lo delata, el corazón hace derramar a los ojos lagrimas que engendran muerte, puesto que viniendo del corazón proceden de un amor descompuesto y por eso ofende tanto a Dios.

Hoy quiero dejarte en este escrito la meditación de un don que vale la pena pedirle a Dios, un don como pocos que nos enseña a amar mejor al prójimo y al mismo espíritu de Dios de quien todo fluye, así como a María y Jose muy propios de las lagrimas en varios momentos, la encarnación, perdía y hallazgo del niño, la huida a Egipto, la persecución, el destierro, que decir de la crucifixión, las lagrimas de Pedro al negar al maestro, la traición de Judas, el llanto de la mujer adultera que enjuga los pies del maestro con sus lágrimas, la misma alegría de la resurrección, son tantos los motivos de llorar, que quisiera vivir llorando, por eso no todas las lágrimas son de cocodrilo.

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