Perder la cabeza por Jesús.

“Yo lo miro y él me mira” y en eso me la paso el rato con él; mirándonos”.

Por. José Álvaro Cardozo Salas

Esta semana pasada de octubre para mi vida espiritual fue inolvidable, ya que el papa Francisco se refirió a mis dos santos preferidos que igual permanecen unidos en el sentir y en el hacer, curiosamente ambos franceses, aunque vivieron muy cercanos en las fechas muy distantes en los sitios y en las misiones.

Se trata de la carta apostólica “Cets la confiance” sobre la vida de Santa Teresita del niño Jesús al cumplirse el aniversario de los 150 años su nacimiento, me emociona la vida de esta santa que desde que la conocí me enamoro tiernamente, pero de ella me ocupare en otro escrito porque lo merece y con ella toca hilar muy fino, su vida es la filigrana en la que Dios teje la gracia de su amor y misericordia y en su momento verán de que se trata.

Y de la catequesis de los miércoles que trato’ sobre este hombre que habla de perder la cabeza por Jesús, no como en la canción del puma (José Luis Rodríguez) que cantaba, “voy a perder la cabeza por tu amor” ….  Y es que al referirse a Charles de Focauld nos da pistas sobre la vida de contemplación, este santo nacido en Francia, y luego de irse a vivir a África con los musulmanes, con comunidades nómadas, con una riqueza espiritual inconmensurable, ellos los del desierto van en su vida ligeros de equipaje. Es Charles de Focauld, testigo del celo en el anuncio del evangelio y testigo de la mansedumbre, en la búsqueda del dialogo y cercanía con todos. En el centro de su vida esta la eucaristía, ante la que se detiene largamente en oración y adoración, sintiendo que solo Jesús, allí presente, puede acercarle a tantos hermanos y hermanas incluso no cristianas, por eso se convertiría en el hermano universal.

¿Creemos en el poder de la eucaristía?

Charles nos recuerda el papa que así en el primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el corazón, es perder la cabeza por él, si esto no sucede, difícilmente podremos demostrarlo con nuestras vidas, en cambio corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro protagonismo y el del grupo al que pertenecemos. Creo que hoy podríamos preguntarnos, ¿tengo en el centro de mi corazón a Jesús? ¿he perdido un poco la cabeza por él? cuando cada uno de nosotros conoce a Jesús, surge el deseo de darlo a conocer, de compartir este tesoro.

Nosotros debemos permanecer en oración a los pies de Jesús ante el sagrario, durante muchas horas al día, seguro que allí reside todo el poder de la evangelización y sintiendo que es Jesús quien le acerca a tantas personas lejanos de él. Otro aspecto que dio el papa francisco es la espiritualidad del desierto, Charles anticipa los tiempos del concilio vaticano II y es la convicción de que todo cristiano es apóstol y que el anuncio del evangelio es responsabilidad de todo el pueblo de Dios”, pero eso solo es posible en actitud de oración y de escucha del Espíritu Santo que es siempre creativo, innovador y amoroso.

En mis visitas de formación en algunas diòcesis de nuestro país siempre me preguntan que hacer frente al sagrario, desespera el silencio, la quietud, el no saber si hablar o callar, rezar o leer, o simplemente quedarse mirando y lo mejor dejarse mirar por él, siempre recomiendo esta última, dedíquese a mirar y a dejarse ver por él, el cura de ARS al ver un campesino que pasaba largos ratos mirándolo y contemplándolo se le acerca a preguntarle, ¿Qué oraciones haces frente a la eucaristía? Ningún padre responde el hombre, yo solo vengo a verlo, a mirarlo, y dejarme ver por él, y pronunciaría la frase reina de la adoración “Yo lo miro y el me mira” y en eso me la paso el rato con él; mirándonos”.

También es recomendable al llegar; decirle Vengo a repórtame, aquí estoy señor para hacer tu voluntad. Si tú que estas leyendo esto lo ejercitas, podrás disfrutar de su amistad y cercanía, no hay como encontrase con un buen amigo que se pueda confiar, que me conozca, que no me critique, que me quiera como soy, y desee lo mejor para mí, de eso se trata la contemplación, es un acto de amor inagotable por el cual deberíamos todos disponer al menos una hora de la semana, sencillo, de las 168 horas que tiene una semana, (7 días X 24 horas) ¿será difícil regalarle una hora al buen Jesús? Ahí te dejo esta inquietud y que los que ya empezaron no desfallezcan, es la única forma de llegar a la anhelada meta; el cielo, y de alguna forma perder la cabeza por él.