Semana de reflexión, así seremos diferentes.

“No queda más que una opción y es la de aferrarnos al que nunca falla, y que una vez más muere en el madero de la ingratitud, de la injusticia, de la indolencia y del des amor”.

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Empieza hoy domingo de ramos la tradicional semana santa, para muchos paseo y descanso, para otros reflexión y recogimiento, desde hace muchos años me prive de salir a otras ciudades por los inmensos trancones, el riesgo de accidentes y lo peligroso que se volvió pasear en este país. Mi reflexión de hoy apunta a dos acontecimientos que les invito a leer detenidamente para su comprensión; el primero es la muerte en la cruz y puntualmente la pregunta del ¿Por qué el soldado romano traspasa al señor Jesús con la lanza al recibir la orden de romper las piernas?, ¿Qué paso por la mente de este soldado que no obedeció la orden de su superior? El texto lo relata así: “Fueron los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” … (Juan 19-32, 34) muchas son las interpretaciones a la acción del soldado, que era para cumplir la profecía “miraran al que traspasaron” otros por el afán del atardecer y como no morían rápidamente debían acelerar su muerte. He estudiado este texto y les cuento lo que encontré; revisando en el 1 libro de Samuel (capítulo 31 3, 4) Cuando lo descubrieron los saeteros, los que manejaban el arco, Saul se lleno de miedo. Dijo entonces a su escudero; “saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos incursisos y hagan mofa de mi” pero el escudero no quiso pues estaba atemorizado, Entonces Saul tomo la espada y se arrojó sobre ella”.

Esta escena tan dura nos permite entender un poco porque el soldado traspaso al señor, para un soldado en batalla que se encuentre con un rey en combate, herido, quien porta en una mano el escudo y en la otra la espada, solo por la dignidad de ser rey; toma su espada o lanza y lo traspasa, y si el rey es sorprendido dormido, o sin su espada o escudo, es capturado y sometido a oprobios; le abren el vientre, le cortan la lengua y lo dejan morir lentamente, martirizándolo primero, por eso el soldado vio en Jesús al rey de los judíos, quizás leyó el letrero que estaba sobre la cabeza del crucificado, y así entendió que estaba frente a un rey, dándole la dignidad que merece, además sin quererlo fue el primer bautizado en la sangre y en el agua que brotan del propio corazón del mismo redentor, la misma imagen que pediría a Santa Faustina que mandara a pintar mostrando los rayos de luz rojos y azules que brotan de su propio corazón. No conozco mucho de la vida de este soldado, pero tengo entendido que fue un gran converso y dio testimonio de lo que paso aquella tarde de viernes santo.

Hoy lo invito a que haga un alto en el camino, se detenga a reflexionar calladamente en la pasión de Jesús, le sugiero la lectura del evangelista San Juan, aunque este año se lee la de Mateo, cierre sus ojos piense en todo esto con el corazón abierto pensando en estos días. La segunda reflexión apunta a la oración del huerto de los olivos, la leo una y otra vez, allí veo un gran sufrimiento, tal vez como lo comenta la misma Santa Teresa de Calcuta al referirse a este momento como el mas duro de la vida de nuestro señor, incluso por encima de la pasión y muerte en cruz.

En el huerto donde va orar, a retirarse de la rutina del día a día, donde les pide a sus amigos que velen, que oren para no desfallecer, en esta hora de la verdad, cuando se miden las fuerzas del espíritu, al regresar de su oración los encuentra dormidos, “Acaso no han podido velar si quiera una hora? (Mt 26:40) por eso debemos regalar al menos una hora de encuentro con nuestro hacedor, no es mucho cuando sabes que una semana tiene 168 horas, ideal que te puedas acercar a los monumentos del jueves santo en la noche, en la soledad del mundo actual, en la misma soledad que vivimos, podrás acompañar al que nos dio la vida, que también esta solo, en los sagrarios, y que espera afanosamente tu visita y la mía.

En tus manos esta hacer de esta pascua, algo diferente, y más con una situación tan compleja como la que esta viviendo la humanidad, no queda más que una opción y es la de aferrarnos al que nunca falla, y que una vez mas muere en el madero de la ingratitud, de la injusticia, de la indolencia y del des amor.