Sólo los impíos reciben el juicio

El justo recibe el bien que espera.

Ewduard Andres Diaz Reina

Cierto día un hombre inmensamente rico tocó a la puerta de la oficina del pastor Juan. Se veía bastante angustiado y confundido. No había paz en su interior. Aunque había gastado millones en actividades sociales y filantrópicas, al leer las escrituras su corazón lo acusaba, en especial al encontrarse con Proverbios 11: 23 que dice:

“El deseo de los justos es solamente el bien; más la esperanza de los impíos es el enojo”.

Este hombre no podía entender cómo, aunque era tan bueno, este pasaje lo acusaba. Su mente y corazón al leer le indicaban que era de aquellos impíos a quienes solo les espera el enojo. Por supuesto, entendía que esto es el enojo y la ira de Dios.

Juan, como buen pastor del Señor, se tomó su tiempo para explicarle, a este rico, que sus buenas obras delante de Dios, son inmundas, debido a que él, como todos los hombres, es un pecador, un hombre destituido de la gloria de Dios que necesita la sangre de Cristo, para reconciliarse con el creador, ser limpio de su pecado y liberarse del “enojo”.

Pero mientras permanezca impenitente, es de decir sin arrepentirse, es un impío al que le espera la ira del Creador. Toda su riqueza y sus mejores obras no podrán salvarlo del enojo, porque estás, al estar manchadas con su pecado, no agradan al Padre ni le satisfacen, por lo cual son ineficaces para salvarlo. Solo la obra de Cristo satisfizo plenamente a Dios, y de tal manera que todo aquel que se acerca a Él por medio de Jesús es limpio de su pecado y salvado del infierno, aquel espantoso lugar donde habita la ira del Todo Poderoso.

Solo de esta manera aquel hombre se salvaría del enojo y heredaría el bien de los justos.

Aquel día el hombre rico abandonó la oficina del pastor libre de angustia y con un corazón confiado en la obra de Cristo Jesús.