TENGO PROBLEMAS ¿SERÁ QUE DIOS SE HA OLVIDADO DE MI?

Una muestra de su gran amor.

Ewduard Andrés Diaz Reina

Si te dijera que los problemas son la muestra fehaciente del gran amor de Dios, ¿Qué me dirás? Posiblemente, pensarás que estoy loco. Porque humanamente, pensamos que el amor se demuestra con acciones románticas, palabras bonitas, detalles, gestos de empatía y demostraciones de interés por el otro. Todo esto es correcto y son buenas maneras como nosotros demostramos amor. Pero Dios no es como nosotros.

Nuestro creador es un buen padre, el mejor de todos. Por tanto, así como el buen padre corrige y castiga a su hijo para convertirlo en una persona intachable; Dios castiga al que ama y azota / aflige a todo al que adopta como hijo.

Todos los hombres son creación de Dios, pero no todos son hijos. Solo aquellos que entienden su necesidad de Cristo, porque saben que son pecadores apartados de la presencia de Jehová y comprenden que necesitan la intercesión de Jesús para acercarse al Padre y tener comunión con él; estos son adoptados como hijos, según dice el evangelio de Juan capítulo 01, versículo 12.

Y a todo aquel que adopta como hijo, Él lo castiga como un padre amoroso, según Hebreos capítulo 12, versículos 05 y 06:

“Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,

Ni desmayes cuando eres reprendido por él;

Porque el Señor al que ama, disciplina,

Y azota a todo el que recibe por hijo”.

Aunque las aflicciones no son exclusivas de los hijos de Jehová, porque los impíos e incrédulos también sufren, en ellos el sufrimiento es consecuencia de su pecado y representa la ira de Dios. Más en los creyentes, los latigazos del Padre son demostraciones de su amor porque, como hijos rebeldes, porque los cristianos son rebeldes y pecadores, necesitan ser azotados por la mano amorosa del Creador, para corregir su camino, dejar atrás el pecado y esforzarse por vivir en santidad.

Por último, recuerda que en la carta a los romanos, en el capítulo 08, el apóstol Pablo declara que a los hijos del Padre todas las cosas colaboran para bien. Y extrañamente los castigos o latigazos de Dios son usados por Él para fortalecer la fe.

Mi estimado lector, si en medio de tu aflicción tu fe es fortalecida, y si después del castigo amas más a Cristo, entiendes más el evangelio y sigues comprometido en la lucha diaria con tu pecado, entonces agradécele a Dios porque te trata como hijo, y no como a un impío y un bastardo.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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