Un camino sin fin.

“El camino que recorremos para llegar a Dios es el mismo camino que Dios hace para encontrarse con nosotros”.

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

En este caminar de vida en las formaciones eucarísticas hablo del aborto, su crimen, la industria que lo cubre y hasta una agenda mundial que busca acabar con la vida, para mí siempre es y será un asesinato, vil, bajo, injusto, soy pro vida, y defiendo la causa de los no nacidos. Me ha ocurrido que al terminar mis predicas se acercan mujeres, con ganas de consultarme algo en privado, la última empezó a darme vueltas con lo del aborto, las cifras, las causas y ya presiento en que termina su interrogatorio; la tome del brazo y me retire a con ella a un extremo del salón, ¿cómo te llamas? Olga me responde, cuéntame que te paso? Es que me hice un aborto hace dos años. ¿Y ya te confesaste? Le pregunté, sí señor, primero con mi párroco y luego con el señor obispo, y el señor Jesús me perdonó, bueno ya sabes que tienes que hacer le respondí; me dijo el problema es que aun ellos perdonándome sigo recordando ese momento, estoy muy arrepentida de este crimen, ¿Como fui capaz de hacer esto? Y empezó a llorar sin consuelo, la verdad; “soy yo quien no me he perdonado”.

Con mucha sutileza la lleve al santísimo, nos sentamos frente a él, le dije señalando la custodia; él es solo amor, y misericordia, ya reconociste tu falta y te perdonó, animo, a seguir adelante, mira no me entiendes, “He perdido a mi hijo, lo asesine” le pregunto; ¿Por qué dices que lo has perdido? ¿Qué nombre le pusiste? Ella se sorprende de la pregunta y abre los ojos, ¿Qué como le llamaba? De ninguna manera, no tenía nombre, ¿y porque no tenía nombre? Pregunte ¿Por qué no nació y no sabría como llamarlo, y si hubiera nacido que nombre le hubieras puesto? Pues no sé yo quería un niño, le hubiese puesto Camilo. Bueno pues ya tienes un hijo llamado Camilo, sí, pero nunca nació me respondió, ¿Cómo que no nació? Si que ha nacido y aunque lo mataste en tu vientre de casi dos meses, en realidad esta vivo, sigue viviendo, ¡eres la madre de un niño llamado Camilo ¡

Pero no pude bautizarlo, no sé dónde se encuentra, la abrace, ella me pregunto, ¿tú sabes dónde está? ¿Como debo imaginármelo? Piensa que esta con Dios le conteste, en ese estar con Dios que llamamos cielo, paraíso. Piensa que esta vivo y feliz, tienes un hijo que esta vivo y contento. Tranquilízate Olga, y se consciente que podrás ver a Camilo de nuevo un día.

Te voy a contar algo bello, y algo desconocido para muchos, nosotros somos eternos, la vida es eterna, la vida se transforma, no termina, y no están muertos porque Dios es quien da la vida, que es eterna porque el es eterno. Muchos niños mueren de causas naturales antes de nacer, desde el momento en que fuimos creados Dios nos hizo eternos, Olga se marcho con otro semblante, dolida sí, pero muy esperanzada.

El mismo nos prometió un lugar para verlo, una casa grande, y va ligado a la eucaristía, en el mismo San Juan en el texto del pan eucarístico, “quien coma de este pan vivirá para siempre (Jn 6 – 51)

¿Entonces porque sufrimos tanto con la muerte? Por los apegos, nos volvimos esclavos de nosotros mismos, y mientras no hagamos un éxodo para salir de esta realidad y colocar en el centro y nuestras vidas al mismo Dios seguiremos sufriendo, piensa en lo que más amas, piensa que Dios en cualquier momento nos puede preguntar, ¿Qué es lo que más amas? ¿Responderé (a un hijo, o esposa, o carro, o casa o finca o cualquier cosa) y el me dirá “dámelo” y ahí se fractura mi amistad con él, nuestro Dios es demasiado celoso y quiere, exige, como en el primer mandamiento, amarlo, quererlo, por encima de lo que más amo, ¿soy consciente de esta realidad? Si no lo eres, prepárate; no sea que te llamen a reclamarte por lo que más amas.

Foto Internet Post Centauro Televisión